Todo empezó un día frío en Touluse y lluvioso en Bogotá, en el que mi hermana mayor me escribió un whatsapp diciéndome que había estado con su “joyero de confianza” y le había dicho que tenía que pedirme que le llevara una esmeralda que en Colombia aun las malas eran más buenas que las que vendían allí…
Para mí hasta ese momento, Esmeralda era nombre de mujer… No tenía ni idea de cómo eran, si las de Colombia eran mejores que las de Brasil, si brillaban o eran opacas… Por saber no recordaba si eran azules o verdes…
Asi que empecé a investigar vagamente porque yo no soy de joyas…
A éstas alturas de la película, os tengo que contar que todas mis investigaciones comienzan de la misma manera… Escribo a mi amiga Pepa y le comento a mi compañero Elkin, y de ahí, ya voy sacando información…
Por primera vez los tres coincidieron en sus consejos:
- Es peligroso salir con esmeraldas por la calle
- Si no tienes ni idea te van a timar y te van a dar cristal por esmeralda… Hay que tener mucho ojo y con tu acento español más.
- Olvídalo…
Así que abandoné la misión porque me parecía temeraria…
Ellos intentaron contactar con joyeros de confianza pero no encontraron nada y yo seguía acojoná perdía con la misión de Susanita…
Había visto a los esmeralderos ilegales del centro de Bogotá que están a todas horas intercambiando sobrecitos de papel, enseñándose piedras, rodeando a turistas chinos, mezclados con yonkies y carteristas, a la luz del día y pensé que la “pijada” de comprar esmeraldas no era para mi…
Pero poco a poco, fui leyendo e indagando más la historia de Colombia… (os reiríais pero en mi mesilla de noche hay 4 libros : Historia Concisa de Colombia 1810-2013; Colombia, un país en transformación acelerada; la guía LonelyPlanet de Colombia y una Guía de montar negocios en Colombia, que me ayudan a saber cada día más de éste país…) y aprendí que Colombia produce el 55% de las esmeraldas del mundo y que la calidad de sus piedras es la más famosa porque su forma , color, tamaño, pureza y brillo las hacen las piedras verdes más perfectas del mundo…
También aprendí que hasta los años 90 , el tema de las esmeraldas era algo clandestino, dominado por mafias, que antes de los narcos, estaban los esmeralderos que actuaban de una manera incluso más violenta que los grandes Cárteles de la Droga y que algunos de ellos fueron tan tan tan poderosos que ni el propio Pablo Escobar se metió con ellos…
Así que, por mi obsesión de vivir casi todas las colombianadas que pueda, pensé que si era tan de la tierra y la historia tenía que intentar acercarme a ellas como fuera… y si mi hermana quería una esmeralda, yo le llevaba una ¡Qué coño!
Cuando vino mi madre fuimos a una joyería pija, en una zona segura, donde nos presupuestaron unos anillos… Cuando le dije a Susanita precios, me dijo que eso era un robo, la tía se lo había empollado todo y tenía un master en precios colores y posibles timos… Eso complicaba mi misión muchísimo, pero aun así… Seguí con ella…
Les comenté a todos mis amigos de aquí mi misión y solo Diana, una murciana encantadora, alegre, risueña y valiente y Claudia otra murciana divertidísima que es profe de francés en el colegio español de Bogotá, se animaron.
Un día entre copas trazamos la estrategia…
La idea era ir un sábado por la mañana pronto y recorrernos juntas una calle donde se concentran todas las esmeraldas legales de Bogotá, una calle a 4 cuadras del mayor mercado de la droga de Bogotá denominado “Bronx Colombiano”, pero a la vez, la calle de las esmeraldas es una de las zonas donde más turistas despistados pasan…
Teníamos que madrugar, disfrazarnos de inmigrantes pobres de España e ir bien informadas…
Aquel viernes antes del día de nuestra misión , no salimos… me costó dormirme y todo… Diana nos escribió a última hora que su jefe de España había alargado su estancia y que tenía un desayuno de trabajo…
Claudia y yo nos escribimos y pensamos que era ese sábado o nunca, que por una baja no podíamos darnos por vencidas, que la misión era la misión, así que el sábado a las 09.20 a estaba como un clavo en la puerta del Hotel.
Todo estaba estudiado…modelo informal, sin parecer elegantes pero lo suficientemente adultas como para tener peso en nuestras conversaciones…
Nos subimos al taxi y ya metidas en nuestro papel de chicas autosuficientes le dijimos al taxista
“Al museo de la Esmeralda por favor”.
Si, decidimos contrastar nuestros estudios previos con el Museo de la esmeralda…
Llegamos y pedimos visita guiada , nos tocó compartirla con una señora estirada de labios de mentira y dos hijas igual de estiradas que ella y cuando la visita terminó entramos en acción…
Cogimos a la guía y le empezamos a preguntar cientos de cosas… El desparpajo murciano actuaba , mientras yo escribía como si se tratara de una rueda de prensa del mismísimo Luis Bárcenas dando nombres y cifras…
¿Qué debemos tener en cuenta al comprar? Primero brillo, luego color.
¿Cómo sabemos que es buena? Tiene que tener jardín… Pues si ella lo dice yo busco el jardín.
¿De qué dependen las formas? De las vetas de la cueva.
¿Cuántos tipos hay? Tres
¿Cuál es la mejor mina? Muzo
Claudia preguntaba y yo escribía… (Diana desde su desayuno escribía en el whatsapp preguntas por su lado...) La chica del museo se reía de nosotras, creo que nadie tan madrugador , le había acorralado de esa manera…
Tras 20 minutos de interrogatorio, salimos de allí con los conocimientos asentados y mucho más seguras de nosotras mismas… rumbo a la calle de las Esmeraldas…
Entramos en la primera tienda…Nos sacaron el repertorio, nos contaron que eran los mejores de la calle, y cuando pregunté si podría ver el “jardín” me pasaron la mini lupa esa de joyero…
Me hice la interesante, porque confieso que yo no se usar lupas, no se si tengo que alejar el objeto o el ojo, si guiñar, si abrir la boca o qué, pero yo nunca veo nada… ni ahí ni en los telescopios…
Claudia lo vio perfectamente, poco jardín…
Fuimos a otras tres, y una de ellas nos dijo que tal vez “Donde Andrés” tendríamos lo que queríamos…
De allí fuimos a otras dos en las que todas las dependientas nos enseñaban piedras ya en joya de estas que se llevarán en barrios profundos de Sevilla, pero que a nosotras… no nos convencían…
Una de estas dos , nos volvió a nombrar “Donde Andrés”, así que decidimos que teníamos que ir “Donde Andrés”.
Callejeamos un poquito pero lo encontramos, ahí estaba “Donde Andrés” esperándonos… era la última joyería de un callejón lleno de esmeralderías, tras unas columnas que impedían ver claramente el escaparate, sin iluminación especial ninguna, sin piedras brillantes en el escaparate, un local oscuro pero acogedor, en el que una señora con aros en las orejas y flequillo comunión (entiéndase flequillo comunión al flequillo con volumen que está verdaderamente liso tras pasarse el cepillo circular varias veces) que nos sonreía con sus labios rojos recién pintados.
Ejemplo de Flequillo Comunión |
Amaly (la señora del flequillo comunión) nos enseñó lo que necesitábamos, nos contó más historias sobre “el jardín” , me enseñó a mirar por la lupa, se rio de nosotras cuando me arrodillé para probarle un anillo a Claudia, nos comentó inconvenientes de piedras pequeñas, de grandes… Y al llegar al precio, cuando realizamos la pregunta obligada tras saber el precio oficial de ¿Cuál es el mejor precio que me puedes hacer? Amaly nos dijo… Os voy a decir algo, salir fuera, buscarlas iguales y preguntar el precio, no lo hay más barato…
Eso nunca, nunca, nunca te lo dirá un colombiano que no está seguro de algo. El colombiano comerciante te engatusa, te retiene, te da mil razones para que compres pero nunca te dirá que vayas a su competencia porque saben que su competencia también te engatusará...
Ahí ya caímos rendidas… Amaly, la mujer de Andrés nos cautivó… Pero siguiendo nuestro guión de tías duras, no confirmamos nada, le pedimos que reservara las piedras elegidas, que le llamábamos el lunes para confirmarle qué hacíamos…
No llevábamos ni 3 metros andados cuando Claudia me dijo, ”Pati tia, que é qué … menamorao de esa piedra tía , que yo me la compro vamoh!” nos agarramos de las manos y dimos 3 saltitos como las niñas pavas dejando nuestra seriedad y saber estar por los suelos mientras nos cruzábamos con un esmeraldero que le llevaba más piedras a Andres…
El lunes a las 09.30 estaba llamando a Amaly, confirmando modelos, oros y compras…
Inmediatamente me di cuenta que lo que Susana quería era demasiado complicado para que lo entendiera Amaly que está acostumbrada a cosas clásicas…
Así que el sábado aprovechando que la madre de Pablete le apetecía una esmeralda , volví con Jon para enseñarle la tienda y controlar que lo de Susanita estaba haciéndose bien…
Tuvieron que cambiar todo el diseño y fue entonces cuando llegó el primer momento chungo de ésta colombianada…
Andrés, me sentó en una mesita fuera, me pidió que me sentara a solas con él que no viniera Jon… Jon me vigilaba a unos tres metros haciendo que leía whatsapps pero los dos sabíamos que no tenía datos (Tener a un vasco cerca viene bien en estos casos…)
Andrés me propuso el negocio “Ustedes traigan a más gente española, y yo de cada venta les ofrezco una comisión”… Era todo de lo más chungo, pero si me daban comisión significaba que a todos los españoles que compraran les saldría más barato porque yo pensaba darles a ellos la comisión posteriormente… así que me pareció un planete ser junto con Claudia, las Robin Hood bogotanas… Nos dimos la mano y sellamos el pacto…
Las 12.30 era la hora, el día hoy martes…
He ido hasta allí a recoger las joyas…
Me he puesto mi “riñonera interior” donde he metido el fajo de billetes que ha sacado Claudia del banco y me he ido en mi hora de comer al centro con mi compañero Elkin…
En la tienda de Andrés, hemos hecho el cambio rápido, todo estaba perfecto, Amaly ha sacado los anillos de sus elegantes cajas y los ha metido en bolsitas transparentes pequeñas y todos ellos metidos en otra bolsita erméticamente cerrada... Me ha pedido que me las guardara lejos de la cartera, que no era conveniente que las llevara en sus cajas porque eso es llamar la atención…
Los he metido donde he podido y he llamado al conductor del hotel (con el que había quedado previamente puesto que es de confianza y tiene coche blindado) para que me viniera a buscar…
A los 3 minutos estaba Jackson en su coche verde militar en la puerta, hemos entrado y click, ha cerrado todos los pestillos… Jackson no pregunta, pero siempre sabe más de lo que parece… Sabía de donde venía y sabía que quería llegar rápido al hotel…
A tres cuadras de habernos recogido, encantada de haber cumplido mi misión, de repente el coche de delante ha frenado en seco y Jackson, siempre con su tono serio y profesional nos ha pedido que guardáramos los “celulares” .
El coche de Jackson es blindado pero los cristales son transparentes, para pasar como un coche más…
A tres metros de nosotros, un jonkie de los del mercado de la droga de 4 cuadras más allá, que iría pasadísimo de todo, corría desnudo por la calle perseguido por 3 policías, el pobre estaba descontrolado, ha encontrado un palo y ha empezado a pegar palazos a diestro y siniestro hasta que han podido controlarle, suerte que había un coche delante, que si no le caía un varazo al coche de Jackson… un verdadero espectáculo a pocos metros de nosotros y yo acordándome de mi hermana, su joyero y la madre que le parió…
En ese momento de tensión, mientras el coche en el que íbamos pasaba lentamente intentando no pisar al yonki debocado y esposado en el suelo, lo único que se me ocurrió decirle a Elkin fue, si grabamos esto, se lo vendemos a Caracol seguro…. Nos ha dado la risa tonta, pero lo que estaba pensando realmente es que menos mal que estaba en el coche de Jackson, porque si no… me hubiera cagado de verdad…
Ahora ya en el hotel, con mi auto regalo en el “el dedo del fuck you” , el de Susanita junto con la gargantilla de Sacus en la caja fuerte y el de Claudia en su mano derecha, me río y pienso que soy una cagueta, pero que lo he conseguido…
Susanita y yo tenemos una joyita con dos esmeraldas juntas y pequeñitas (como nosotras) que para siempre que nos recordará esta gran aventura.
Gracias Susanita por impulsarme a ser más valiente y mejor viajera.