jueves, 9 de abril de 2015

Providencia: Piratas y tetas....



Providencia es una isla pequeñita pequeñita que está en medio del Caribe a la altura de Nicaragua pero que pertenece a Colombia. Tiene 25 hoteles de cabañas pequeñitas y para llegar solo puede ser en avioneta de hélices (de unos 15 asientos y solo hay dos diarias) y en un catamarán que tarda 4 horas desde San Andrés que ofrece mareo asegurado…

A San Andrés y Providencia, las descubrió Colón, no está claro si en su primer o quinto viaje ,cuando se hizo con Costa Rica, Panamá y


todos los países de Centro América...
Pero como buen hombre español, Colón era de “caballo grande ande o no ande” y 17 kilómetros de isla… pues los vio insuficientes como para poder poner bandera imperial…
Así que lo dejó pasar, en plan esto es mío pero pasó , y siguió para el Continente…
No se dio cuenta de que el agua del mar de providencia es azul clarita, tampoco debió ver las tortugas, las mantas raya, los monitos que saltan de palmera en palmera, ni debió de ver las iguanas enormes azules, verdes, y grises que parecen dinosaurios y que corren de un lado a otro moviendo las patas haciendo círculos como si quemara la tierra… No las debió ver el pobrecito Colón, y menos mal, porque sino no estarían aun por la isla campando a sus anchas…

Así que, gracias al “caballo grande ande o no ande” , Providencia se quedó sin mucha presencia española y lo que pasó es que  convirtió desde 1500 en una Isla de Piratas…. (Hay mucha historia por en medio, de holandeses, ingleses, de enfados entre Nicaragua y Colombia de quien es el dueño de las Islas y la madre que los trajo, pero resumiendo: Todos unos piratas contra el Imperio Español que también se portó fatal con las Islas…)

Seguro que si pensáis en Piratas reconocidos, os viene a la cabeza el nombre de Henry Morgan, el pirata Morgan…
Pues bien Providencia es la Isla desde donde el pirata Irlandés atacaba a los barcos llenos de tesoros y oro americano que nos llevaban a El Escorial…
Tooodo en la Isla  de providencia tiene que ver con Morgan.
Hay una piedra en el piquito de la Isla que da hacia el Este (desde donde llegaban los barcos Españoles) que tiene forma de cara humana, le llaman la cara de Morgan y dicen que era el aviso a los marineros para saber que se acercaban a zona pirata… los tontos de los españoles encallaban porque la barrera de coral protegía a los piratas, así que de alguna manera Morgan hizo y el coral hicieron de Provi un territorio fuera de colonizaciones….
Hay un hotel que se llama Morgan, un bar que se llama Morgan y seguro que mil otras cosas que se llaman Morgan… Los piratas molan y eso lo tienen claro los habitantes de la isla, así que le dan bombo al tema y todo te recuerda a ellos…

Los habitantes de Providencia son negros negrísimos, hijos de los esclavos africano, piratas y viajeros que pasaron por allí… Fuman muchos porros, bailan reague  y hablan Español, inglés y Creolé (que es un inglés básico relajao que no entiendes nada).
Solo puedes vivir en Providencia si eres de Providencia, lo tienen controladísimo, así que son muy pocos habitantes, tranquilos, con su machete para partir cocos, sus perros callejeros y sus motos sin casco…
Es un territorio verdaderamente auténtico, con casas de madera por que los arquitectos tienen que ser autóctonos, sin cosas de gringos, ni turismo masivo… con los hoteles de lugareños, las tiendas de lugareños y los centros de buceo también de negros negrísimos…

Pues eso que una vez aterrizados,   fuimos Pablo y yo , a respirar el flow de los negros colombianos…

El primer día nos acercamos hasta el centro de buceo más cercano a nuestras cabañas para que nos explicaran qué podíamos ver y apuntarnos a eso de conocer animalitos…
Allí había un negro de dos metros de ancho y dos metros de largo descalzo con bañador negro y  camiseta a rallas rojas y blancas que hablando muy despacio nos explicó las opciones que podíamos elegir para conocer el fondo marino….
Acordamos volver al día siguiente para sumergirnos…
Esa noche nos fuimos a la cama prontito con los nervios de ver la tercera barrera de coral más grande del mundo, me costó dormir y todo pensando en pececillos y los nervios de bucear de nuevo….
 A las 7 estábamos en pie, a las 8.30 en el centro de buceo llenos de crema factor 50 y nerviosísimos…
 Peeeero, muy a la colombiana, el señor 2x2 se había olvidado de nosotros, ya no quedaban equipos , así que nos citó para la mañana siguiente…
En Colombia a este tipo de cosas tienes que acostumbrarte, así que sin ningún problema, sonreímos, nos fuimos 3 metros más allá y nos subimos a un bote del Hotel Morgan y fuimos a bucear con tubo y gafas a “Cayo Cangrejo” que está a 500 metros de Providencia… Pasamos un día genial rodeados de caracolas, corales y sol mucho sol…

A la mañana siguiente si que si pudimos empezar el proceso de inmersión…

Pablo hizo el curso de iniciación y yo (que ya lo tengo) me fui con Hebert y un grupo de Paisas a bucear alrededor de un barco hundido de la segunda guerra mundial lleno de tiburones y corales preciosos mientras Pablo se instruía…

Pepito, el instructor, entendió que tenía que ocuparse de mí ya que era una mujer sola con poca experiencia en el buceo y con un esposo en tierra…
Así que fue mi pareja en el agua…

Para bajar en el mar, tienes que ir deshinchando tu chaleco poco a poco con un regulador que llevas en la mano izquierda, eso es básico, lo aprendes en tu primera inmersión….
Así que una vez en el agua, empezamos a bajar….soltando el airecito poco a poco…
El tío súper pendiente de mi me iba monitoreando, preguntándome cada dos segundos si estaba bien, y yo despacito y prudente bajaba con mi pesito en la cintura, deshinchando, compensando oidos… pin pin… pececillos, burbujitas, felicidad plena….

Pues no me digáis porqué, a los 5 minutos de inmerisón, Pepito decidió que tenía que ponerme más fuerte el chaleco, ahí a 15 metros bajo el agua… cuando yo estaba ya relajadita…

Se puso manos a la obra, me hizo seña de tranquila para y zas, me dio un tironcito…. Pero vamos, que no me abrochó una mierda, que aprovechó para tocarme las tetas en toda regla y juntármelas aún más (el chaleco me hacía canalillo a lo mujer operada de Medellín)…

Os prometo que a 15 metros de profundidad, una en lo último que piensa es en darle una colleja al hombre que te está tocando los pechos y que además de sobón, es el hombre que  en caso de emergencia te puede ayudar y salvar la vida….
Una  no nota para nada que el negro de enfrente te está tocando las tetas, vamos…

Así que seguimos bajando, viendo tiburones, asomándonos a las ventanas del barco… volviendo a “hacer que me deshinchaba más el chaleco juntándome aún más el pecho”… viendo corales de colorines, peces como Dori…. La verdad es que lo del chaleco “fue lo de menos”.

Cuando volvimos a tierra a por Pablo, a por la segunda inmersión, también se subió una pareja de paisas de nuestra edad.

Ella súper mona, abogada experta en derechos humanos y el veterinario. Ella nunca había buceado y él, como yo, tenía pocas inmersiones así que la excursión iba a ser a poca profundidad pero en un sitio precioso lleno de pececitos…

Nos tiramos al mar, yo en este caso como pareja de Pablete, el instructor con la Paisa y el veterinario solo…

Fue cuando estábamos bajando, a unos 5 metros, Pablo y yo agarrados a una soguita mirándonos encantados mientras veíamos como los demás también descendían,  cuando me di cuenta de lo que había pasado… Pepito decidió de nuevo abrocharle bien el chaleco a la paisa y desde lejos se veía perfectamente, ¡¡le estaba tocando las tetas!!!

 Me dio la risa en medio del agua, estaba tan feliz que pensé que estaba por encima de que me hubiera sobado (pero bien….) y pensé que yo habría hecho la obra del día, que el Herbert este se pusiera las botas tocando unos pechos como los mios (jajaja)  y me hizo gracia pensar  y que sería el negro que más tetas “gringas” habría tocado de toda la isla.

Me dio exactamente igual… Él, como instructor, daba seguridad, estaba pendiente de que tus niveles estuvieran correctos en todo momento, te vigilaba y aconsejaba y nos hizo ver el fondo marino más bonito que he visto en la vida…

Nos dio la posibilidad de sentir esa paz  de estar bajo el mar, rodeada de naturaleza por todos lados, junto a Pablete y eso es lo que cuenta…

Cuando nos despedimos nos dimos la mano y nos deseamos felicidad para el resto de nuestras vidas , firmó mi libreta de buceadora certificando que lo había hecho todo correcto y sin mas nos fuimos…

Horas más tarde, mientras comíamos pescado en el mejor chiringuito de la Isla (que sorprendentemente no se llamaba Morgan sino Divino Niño) le comenté a Pablo lo que había pasado… 
Me dijo que el también se había dado cuenta, que en la charlita de ponerse los chalecos que les dio a la Paisa y a él, a ella le “abrochó” todas las correas una a una y lentamente, y a él le dio el chaleco y le dijo “se lo asegure por favor” ...así que Pablo tuvo que apañárselas solo…

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