lunes, 12 de septiembre de 2016

Agüita para mi gente

Tras una semana algo aburrida, que ya hacía falta, y sin ninguna aventura reseñable, he decidido hablaros de otro gran icono del espectáculo de éste país...

No estoy hablando de Juanes, ni de Shakira y menos de Nairo Quintana. Que por cierto se marcó el otro día un momento “PelosComoEscarpias” cuando subido al pódium de la Vuelta Ciclista a España,  sonó el himno colombiano y los miles de compatriotas que plagaron Cibeles para acompañarle, se pusieron a cantar como
locos sin que se escuchara casi la melodía… (Soy, como mi tía Nieves, muy de Himnos…)

Os hablo de Jorge Barón.

Jorge Barón es el Jose Luís Moreno colombiano pero casi peor que él...

Nos creíamos que Jose Luis Moreno y su Noche de Fiesta de los sábados de nuestra vida era lo más, algo único, irrepetiblemente nuestro y de gran originalidad… pero estábamos muuuy equivocados.

Mientras nosotros veíamos triunfar en TVE los desfiles de ropa interior, escenas de matrimonio y Macario,  en Colombia arrasaba “El Show de las Estrellas” presentado, producido, dirigido y seguramente grabado también, por Jorge Barón con su productora personal y gran imperio llamado “Jorge Barón Televisión”.
Jorge Barón es ahora,  un señor de unos setenta años, que puede decirse que fue la primera persona que llegó a todos los rincones de Colombia haciendo país y sin otro objetivo que el de divertir al personal.

Salió de la nada, un día con 18 años recién graduado, tras un enfado monumental  con su padre, llegó a Bogotá desde su Ibagué natal  para hacerse rico. Lo que quería él era ser Diplomático pero como le salió mal el examen de ingreso a la Escuela y no se quería volver a casa, se metió a la tele, a llevar cafés en un programa de cocina.

Un día el cocinero que lo presentaba, se puso malo y él, que no sabía ni freír un huevo, se aventuró  a presentarlo. Triunfó y de ahí todo fue romper el mercado.
Del enfado que tenía con su padre, se cambió el apellido, y de Varón pasó a Barón y de la cocina pasó a las telenovelas, de ahí a crear su propia productora (Jorge Barón Televisión), emitir un telediario de lo más casposo (que aún sigue en antena y se llama Telepaís) y de ahí a presentar un programa que ha marcado en la historia de la televisión colombiana

“El Show de las Estrellas”

Un santuario musical que debías pisar si querías triunfar en el espectáculo nacional e internacional colombiano.

 Si tu objetivo era petarlo, tenías que conseguir que Jorge Barón te dejara cantar en él.

Por el “Show de las Estrellas” han pasado grandes como Julio Iglesias, El Puma, Celia Cruz (amiga personal de JB), Raphael, The Village People, hasta los grandes artistas locales como Shakira, Juanes o Diomedes Díaz. 


No es que  siempre llevara a los mejores, sino que desde 1969 (cuando se estrenó el programa), no ha habido semana que no se haya emitido un show de éste señor.En total 77.000 horas de transmisión al aire. ¿Vosotros sabéis lo que es eso?  ¡Más aun que Informe Semanal que nació en el 73! ¡Una pasada!

Y claro, esto, como es lógico, se le ha ido subiendo a la cabeza de manera progresiva…

Al principio el programa era muy normal, pantalones de campana, micrófonos con cables muy largos….

Hasta que se abrió la tele a los canales privados y tuvo que darle juego para seguir siendo de oro.

Al tío le flipa la publicidad, así que se inventa cositas para que la gente lo asocie a él independientemente de lo casposo que pueda llegar a ser…

Lo primero que se le ocurrió fue “la patadita de la buena suerte” que como bien se intuye consiste en que el tío, al artista que lleva a su programa y quiere triunfar, le planta un patadón en el culo para “desearle suerte”. Cuanto más fuerte es, más le catapultará a la fama… han habido verdaderas desgracias por el uso de ésta singular manera de desear suerte…

Ya que “El Show de las Estrellas” le hizo rico y ya no iba a ser  Diplomático, se emperró en que lo suyo iba a ser la “diplomacia interna”.
Contra todo y contra todos, durante los peores años de la guerra colombiana, en los ochenta y noventa, decidió sacar el Show de las Estrellas, una vez cada quince días, a la calle.

Llevaba (y aun lo continúa haciendo) a los artistas, los técnicos, los iluminadores, maquilladores, es decir a un total de 250 a bichos de ciudad, a lugares a los que el Gobierno no ha entrado nunca, a zonas tomadas por la guerrilla, por los paramilitares, por el Narco…  Solo él y todo su equipo tenían carta blanca durante finales de los ochenta y noventa.

Dicen, que hasta una vez, en Cartagena del Chairá (en medio de la nada) un comandante de las Farc dio la orden de no disparar ni una bala mientras él los visitaba y que gracias a eso, fueron los primeros tres días de paz que vivió la localidad durante décadas.

Los pueblos a los que va, se vuelcan y vuelven locos por espectáculo.

Planta el escenario en el medio de plazas y polideportivos. Las señoras aún se desmayan al verle salir, los niños se vuelven majaretas y los hombres, dejan sus trabajos y labores para ir a beber cerveza mientras disfrutan del Show de Jorge Barón.

Mueve a tanta gente, que los ejércitos (lícitos o no) de las zonas visitadas lo dan todo por la causa colaborando en el montaje, la seguridad y la intendencia del show.

En medio del éxito, allá por los 90, Don Jorge, como obliga a que le llamen hasta sus propias hermanas, se dio cuenta de que muchas de las señoras no se desmallaban por verle a él sino por el calor que sufrían esperando horas y horas al sol durante las épocas de sequía .

Fue ahí cuando surgió una de las frases más míticas de Colombia “ Agüita para mi henteeee”.

La acuñó él mismo, en Barrancabermeja, un pueblo en medio de la nada,  tras convencer a los bomberos  para que les regara a todo el público embravecido con sus mangueras.

Empezó a mojar al público, y a gritarles “Agüita para mi henteeee” y como vio que funcionaba, no ha parado de decirlo desde entonces (Cuando llueve, cuando hace sol y les riega, cuando chispea, cuando tronea, cuando se viene arriba en una función… ) Preguntarle a cualquier colombiano, sea cual sea su color, condición o estrato y os lo dirá con gracia y alegría “AAAAAGÜIIIIITA PARA MI HENTEEEE” .

El tío es todo un personaje, va siempre vestido de blanco (estrena uno cada 20 días), es un rata ratísima al que nadie le soporta en el gremio. Hace de cualquier cosa un panel publicitario, y le importa tanto ganar pasta que llegar a hacer cosas cutres o soeces le compensa siempre y cuando le den dinero.

Está tan loco y enamorado de si mismo que a sus hijos les ha puesto su propio nombre: Jorge Luis, Jorge Andrés, Jorge Eliécer, Jorge Eduardo y dice en sus entrevistas, que aún está a tiempo de ir a por la “Jorginita”.

El caso es que éste personaje capaz de pegar patadas a la gente y de abrazar a vedettes tocándoles el culo en medio de un escenario plagado de niños cantores, forma parte del imaginario social de Colombia y como él mismo afirma (y no se le puede negar) es " El embajador de la paz y de la música" .

A pesar de ser, tal vez el mayor icono vivo de Colombia y posiblemente, como dicen los modernos, el mayor influencer del país, él sigue en sus trece contando sus miles de millones desde su despacho de la carrera séptima y repitiendo sin cesar ésta idea:    "Siempre le he dicho NO a la política, con mayúsculas, porque estoy convencido de que le aporto más al país con lo que hago. Este programa aglutina a todos los partidos, las religiones, las clases y las razas. Es una comunión de masas".
Amén.

Como vale millones y Netfix lo sabe, le ha pedido (baio una cifra que nadie conoce pero que tiene que tener muchos ceros) que participe en la campaña publicidad la nueva creación del gigante gringo de las series “The Get Down” sobre un grupo de negros que triunfaron a finales de los setenta.
El vídeo, después de ésta humilde descripción no tiene desperdicio. Hace de si mismo. Lo borda.

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