lunes, 26 de septiembre de 2016

Firmas, cámaras y otros animales


Si todo va, como tiene que ir , hoy no será la última vez que escuchéis sobre Colombia.

Hoy, vuestro ayer, ha sido un día histórico para el país en el que trabajo.

La fecha que tendrán que estudiar millones de niños latinoamericanos, una jornada de la que se harán reportajes, libros, series y quien sabe, tal vez, alguna película dentro de unos años…

Hoy el Gobierno Colombiano y las Farc-EP han firmado el acuerdo de paz.

Y os juro que ha sido de piel de gallina. Muy duro (eso si), porque he dormido cuatro horas, trabajado en las últimas veinticuatro, dieciocho y gritado unas… ¿cinco? Estoy afónica, me duele la cabeza y la tripa de tanta cocacola y té….pero… lo hemos contado en imágenes.

Hay pocas satisfacciones mayores en la vida de alguien que se dedica a la actualidad, que la de poder hacer llegar a todas las casas una noticia de ámbito internacional “positiva”. Contar cosas positivas es menos adrenalínico que las negativas o las catástrofes, pero igual de gratificante... Un ex compañero de trabajo, en medio de una súper venta de unas imágenes en exclusiva, se atrevió a comparar la sensación de publicar en esas condiciones a un orgasmo… Yo no me atrevo a afirmar lo mismo… pero desde luego, ver tus imágenes ilustran Le Figaró, The NewYork Times, Telecinco y Canal Sur… Es un subidón que flipas.

Aunque sea algo mentira lo vivido hoy, aunque no les guste a todos, aunque el coordinador de la empresa con la que se ha asociado mi empresa no haya coordinado nada y haya sido algo desastroso enterarse desde Bogotá lo que estaba pasando a diez metros de él y tener que enviar a ciegas… Está contado.

Los actos oficiales empezaron hoy a las 07.00, pero la firma en sí, ha sido a las 17.00.

Así que ayer, mientras re editaba a las 02.00 unos vídeos de la llegada de Raúl Castro a Cartagena, decidí que hoy si os si, me iría con Juan Pablo, nuestro cámara, a cubrir la firma desde la Plaza Bolivar de Bogotá donde habían convocado a todos para ver la firma de Cartagena.

Volvería a ser su asistente, como en la Manifa del 1 de mayo,  y podría con el móvil en la mano escribiendo mil whatsapps desde la tarima de prensa, poder vivir el momento histórico.

Así que me acredité y de paso acredité a mi amiga Iris, que es periodista y profe experta en Conflicto y paz, a la zona de prensa de la Plaza Bolivar.

Quedamos una hora antes de la firma en mi oficina para poder ir juntas y así que no tuviéramos problemas con el acceso. El taxi nos dejó a tres manzanas, íbamos dando saltitos emocionadas, sonriendo y siendo conscientes de lo que estábamos viviendo. Pasamos dos controles de seguridad , enseñamos nuestras mochilas,  nos cachearon y una vez pasado el filtro, nos dirigimos a la zona de prensa.

Allí, muy a lo colombiano, la jefa de prensa de #ColombiaDiceSí, tenía el móvil sin batería, así que nos tocó llamar a uno que llamó a otro que llamó a otro que por casualidad estaba al lado de Mariana, que vino a saludarnos.

Le pedimos nuestras acreditaciones, y resulta que ella no las tenía, que tenía que buscar a un tal Nelson Navas, nos pidió que la esperáramos tras unas vallas en las que se leía muy grande Si-si-si-si.

Se adentró en la carpa de prensa y… si te he visto no me acuerdo. Muy colombiano también…

Así que tras diez minutos de espera, llamé a Juan Pablo, me explicó dónde estaba y fuimos en su encuentro sin acreditación ni nada.
Él estaba en una tarima, bajo una estatua del mismísimo Don Simón (no el de la sangría sino el de la independencia de Colombia) donde estaban todas las cámaras de todas las teles que puedes ver en el país + agencias + telesur + otras cuantas…

Al llegar a las escaleras de acceso, delante de la valla, había un segurata de unos veinte años que se notaba que la firma de la paz le estaba quedando grande.

Miraba hacia los lados, intentando que nadie pasara hacia la zona de prensa aunque nadie lo intentara, los ojos, que abría de par en par, le brillaban y el calor , que comenzaba a sentirse a medida que se las nubes dejaban pasar el sol, empezaba a hacerle sudar como un pollo dentro de su chubasquero naranja fosforito.

Nos pidió carnet de prensa, algo que no teníamos, y nos dijo que sin eso no podríamos pasar.

Así que tirando de la astucia aprendida y la cara que he heredado de mi madre, tiré de chulería y  le dije muy seria. “ ¿Usted cree que con toda la gente que hay, voy a traer mi cartera con el carnet que me da de comer señor?  Le enseñé mi tarjeta de visita, y nos dejó pasar diciéndonos con timidez que  “sólo un ratico que si os ven con manilla, se me echan encima”.

Le dimos las gracias y subimos los escalones de par en par para prepararnos para el gran momento. En cuanto subimos, elevadas sobre el resto de los mortales, nos olvidamos de él y contemplamos la inmensa plaza llena, llena, llena de símbolos y colores de paz.

También nos olvidamos la una de la otra, ella se fue a hacer fotos y yo, mientras enviaba whatsapps desde mi móvil de caca, me acerqué a Juan Pablo para
poderle guardar trípode y mochila para que se moviera por la tarima sin preocupación.

Todo parecía de película. La gente gritaba “Sí se pudo”, la música sonaba, las nubes desaparecían dejando brillar el imponente sol, los animadores del escenario
principal animaban a ir a votar por el si el domingo que viene… 
Sobre la estatua elevada de Bolívar, las periodistas de RCN, Red Más y Caracol practicaban entradillas (discursos a cámara) dando pasos y mirando al cielo, los cámaras y fotógrafos jaleaban a las masas para sacar mejores imágenes y yo escribía whatsapps.

Comenzó el Himno Nacional y todos lo cantaron. Comenzó la presentadora de turno a contar quienes estaban  como quien presenta la alineación de un Madrid Barça. Aplaudieron a Maduro, a Castro, a Santos y a Timochenco y abuchearon al Rey Juan Carlos, a Bachelet y a otros cuantos dirigentes más, se guardó un
minuto de silencio y fue entonces cuando comenzó el momento más emocionante de la tarde.

El canto de las “Alabaoras de Bojayá”.  Las Alabaoras de Bojayá, son unas mujeres, que desde hace 14 años, tras la gran masacre que cometieron las Farc, por una lucha contra los Paramilitares por el control de sus tierras, cantan para ayudarse a superar el horror que vivieron. 

Bojayá, es un pueblo del Chocó, un pueblo en medio de la nada, de la selva más cerrada en medio de uno de los departamentos más pobres de Colombia que, casualidades de la vida, es el único Departamento que se baña en los dos mares, el Caribe y el Pacífico. Así  sus condiciones físicas básicas unidas a su frondosa selva, la hacen una verdadera “autopista” en la que  entrar con armas y salír  con drogas es lo más fácil del planeta  y, claro está, en el 2002  nadie quería quedarse sin esa parte del pastel colombiano.

Así que el dos de mayo del 2002, las Farc y los Paramilitares se enzarzaron a tirarse bombas los unos a los otros y a atacar la población de Bojayá que atemorizada, ante la falta de presencia Estatal,  se metió en una  Iglesia y esa fue su perdición, una bomba acabó con la vida de más de 120 personas de un plumazo dentro de la capilla del Pueblo. Las Farc, conscientes de ésta barbaridad, el diciembre pasado, llevaron a sus altos cargos a pedirles perdón por lo sucedido. De los Paramilitares, como podéis adivinar… si te he visto no me acuerdo, y eso que aún siguen de una u otra forma, presentes en el país.

Así que, los cánticos desgarradores de éstas señoras, tienen aún más peso que cualquier voz de todo el país... y ahí, en el acto de paz, vestidas de blanco por primera vez en 14 años, prefierieron cantarles al si, al futuro y a la realidad.

Pusieron en pie a todo el público y sin cortarse un pelo, también han puesto a caldo en sus letras a ambos firmantes. Gritando desde dentro, con ese sentimiento que solo puede salir de muy del dolor, han recordado a los muertos, los desaparecidos, e incluso, que ahí si que casi lloro y se me ha puesto la carne de gallina, han soltado una frase… que a todos los que vivimos éste momento aquí, nos hubiera gustado decirle a Santos: “Oiga Señor Presidente, hágasenos pa ´acá, ¿Y con esos otros grupos, díganos qué va a pasar?”.

Ha sido un momento flipante, cada frase que soltaban las señoras negras, era ovacionada por toda la plaza Bolívar, creando un ambiente mucho más mágico e intercultural… Y así en medio de la interculturalidad, con el teléfono en la mano mientras leía un whatsapp de mi primo Gonzalo que me echaba de menos y me pedía que le contara algo divertido, por el rabillo del ojo, me ha parecido ver un gato cruzarse por la tarima y meterse en un huequito entre las piedras de la estatua.

 ¿Un gato? No podía ser ¿Ahí en medio? ¿Con tanta gente? Imposible… En ese momento, he mirado al argentino que tenía a la izquierda y cuando he visto su cara de asombro me he dado cuenta de que no era un gato, era ¡¡¡una rata inmensa!!!

La pobre ratita ajena a la solemnidad del acto, intentó esconderse, pero era demasiado grandota para el hueco tan chiquitito que había elegido, así que asomando la carita y la narizota marrón, no paraba de buscar ansiosa con los ojitos redondos muy abiertos, un sitio más grande para esconderse…

De repente, mientras la ratita se giraba sobre si misma buscando una salida  y dejando a la luz su asquerosita colita marrón, la presentadora cursi de Red Más Noticias, que minutos antes recitaba su discurso al aire, la ha visto , e incontrolada, se ha puesto a gritar como una loca.

Y así como víctimas del efecto dominó, los cámaras que grababan a las señoras cantoras de Bojayá en las grandes pantallas,  han empezado a dar saltos moviendo sus trípodes intentando agarrar las cámaras para que no se movieran mientras la ratita, completamente loca ante tal histerismo, corría buscando un hueco más grande donde no ser vista.

Los fotógrafos saltaron hacia fuera de la zona de prensa, las redactoras perdieron el control, la rata comenzó a dar saltitos en zigzag por la plataforma de Bolivar hasta que gracias al tumulto, desesperada, se metió de nuevo en el mismo hueco de donde había salido segundos antes, pero que ahora, gracias a la locura del personal, estaba tapado por una botella de plástico de agua que hacía que nadie pudiera verla. La pobre, ha aguantado ahí la hora y cuarto que ha durado el acto, moviendo la cabecita y los bigotes, alejada al menos un metro de cualquier persona… ajena a que la más asustada del recinto no era ella, sino las cinco presentadoras cursis que se apretujaban en la otra esquina del cuadrilátero y los cámaras, más profesionales, grababan la firma histórica de ese momento de paz.

Ella no lo sabe, pero ha sido la gran protagonista del Día D, para todos aquellos que tenían que contarlo al mundo desde Bogotá. Tal vez para ella no sea el día de la firma, sino el día que tras una botella de agua, vio como miles de personas se apoderaron durante horas de su frío hogar, la majestuosa plaza de Bolívar, gritando sí a la Paz.

PD. No se si se podrá ver, pero en el vídeo de caracol, en el minuto 1 y medio sale el canto de las Alabaoras: http://noticias.caracoltv.com/acuerdo-final/un-minuto-de-silencio-y-alabaos-de-las-alabaoras-de-bojaya-por-las-victimas


PD2; La paz en la plaza Bolívar huele a marihuana, estaban todos encantados.

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