martes, 18 de octubre de 2016

Lo dejo (Historias de salsa)

Os juro que ésta mañana cuando me he despertado lo tenía claro…

No dudaba ni un segundo, había decidido que pondría fin a esta historia.

Lo había decidido ayer, cuando hacía pis en el aeropuerto de Pereira mientras esperábamos un avión de vuelta a Bogotá tras un finde aún mejor que el anterior de amigas y naturaleza. Finde de sentirme yo misma, parte de una “piña” fantástica de personas ejemplares luchadoras y honestas. Lo tenía claro desde ayer; lo dejaba.

No tenía razones por las que seguir, y tenía claro que  continuar era una tontería, demasiado esfuerzo sin ningún avance…. Y lo iba a hacer a lo grande, contándoslo a todos en un mail que escribiría esta misma noche.

Tenía el mail estructurado en mi cabeza, os contaría toda la verdad, cómo había empezado a escondidas de vosotros por vergüenza, los buenos ratos del principio, los miedos… y como ayer, tras unas semanas de darle vueltas, lo dejaba.

Pero ésta mañana, he recibido un whatsapp que lo ha cambiado todo… Era AXXX, preguntándome cómo estaba, qué tal el puente y si me había visto los vídeos.

Era él, el intenso, el incansable y “tan querido” AXXXX. ¿Cómo iba a abandonar ahora? Imposible… Lo confieso, no he sido capaz y mintiéndole, le he dicho que todo muy bien y que sin falta nos veríamos mañana.

He sentido como que me estaba vigilando, como si adivinara mis pensamientos y supiera que me lo estaba pensando  tras darle plantón la semana pasada, como si supiera que no quería volverle a ver, que esto no va conmigo.

Él tan colaborador, tan enérgico y entusiasmado, había decidido escribirme justo en el momento en el que no quería saber nada más de esto, consiguiendo que volviera a comprometerme a vernos al día siguiente.

Y aquí me tenéis ahora, un martes después de puente, cansada, en pijama, aun sin saber si mañana ir a mi clase de salsa de los miércoles o irme con Diana a comprarme un modelito para el viernes ir al Andrés Carne de Res con éstas.

No sé qué hacer…

Es que el cabrón del profesor me mete mucha caña y no se da cuenta que soy de lateralidad cruzada y que no lo hago por falta de interés ni empeño, sino que soy incapaz de ir hacia el lado que dice por pura incapacidad mental.

Y como nunca ha visto un caso así, se le ha metido entre ceja y ceja que Patiño tiene que aprender a bailar salsa.

Creo que merecéis una explicación, así que empezaré por el principio…

Todo empezó hace un mes y medio, tras una conversación con mis abuelos por Skype. Pensé que les echaba mucho de menos y que éstas navidades quería bailar un agarrao con mi abuelo como el que nos habíamos marcado hace unos años en el salón de su casa tras haberme bajado con mi tía Fer unos albariños.

Ese día me fui a cenar con Iris, Jose y Rubén , empezamos a hablar de la familia y de ahí no se cómo salió que a mi me encantaría bailar mejor para bailar con mi abuelo  y me comentaron que ellos acababan de empezar unas clases de salsa en la Universidad que molaban mogollón. Eran baratas y Jose (que es tan descoordinado como yo) iba a apuntarse, así que olvidé mi prejuicio arrítmico, y la horrible experiencia de adolescencia cuando mi profesora MariaJosé, me  “invitó a irme” de aeróbic por no saber llevar el ritmo general y me lancé a aflojar cadera.

El primer día, AXXX, me aconsejó, que como me unía a un grupo que llevaba tres clases, fuera antes para poder pillar los tres primeros pasos que ya habían dado. Y allí me planté yo vestida como de ir a la oficina en la sala polivalente de la Universidad  Piloto.

Le expliqué que me llamaba Patiño (grasso error ya que desde ese momento no se le olvidaría nunca mi nombre porque le hizo gracia) y estuvimos dando los primeros pasos junto con otros dos colombianos. Jose, como es habitual, llegó tarde y faltando quince minutos para las siete de la tarde, más o menos, yo ya había pillado el “básico” y el “colombiano”, él tenía el giro perfecto.

A las siete menos cinco eso se empezó a llenar de gente, sorprendentemente, más hombres que mujeres que, autóctonos todos, iban a perfeccionar el arte de la salsa. Me hizo gracia que vinieran hombres sin una mujer al lado empujándoles y me gustó el cambio cultural de que bailar no es de maricas.

 Y desde ése miércoles, a las 19.00 todo ha sido intentar seguir el ritmo…

Lo primero que he aprendido, y que me ayuda bastante cuando soy capaz de llevarlo a cabo, es que las mujeres en la salsa, tienen que dejarse manejar totalmente… ¿Alguien se dejaría llevar por un hombre en chándal con cara de indio todo sudao que mide más de ancho que de largo y que no conoce de nada en un país desconocido?

Pues eso, que la primera parte, el dejarse llevar… No la llevo muy bien, pero cuando lo consigues es bastante fácil porque solo hay que hacer eso… Dejarse llevar.

La segunda cosa,  es lo de terminar mirando siempre al espejo, pero como siempre me pongo detrás no me veo y cuando todos mueven la cadera y los brazos de ésa manera me desconcentro flipando con su ritmo y ya dejo a veces hasta de bailar impresionada con su coordinación.

Y lo último, que es realmente lo que me hace dudar de mis capacidades, es hacer lo que todos hacen. Es decir… Si van todos a la derecha levantando el brazo en círculo hacia la izquierda, pasando el pie izquierdo por delante del derecho haciendo cruzado… Pues yo empiezo muy enérgica concentrándome tanto en que tengo que ir a la derecha que sin querer levanto el brazo derecho y cuando me doy cuenta el primer pie que he movido es el izquierdo porque es mi pierna buena y ya la he liado porque no puedo enlazarlo con el siguiente paso.

Y eso, cuando eres la única extranjera sin ritmo en una clase de colombianos… Se nota… No veas si se nota…

Total, que como se nota tanto, y mi nombre le hace gracia al AXXXXito de los cojones, pues no para de corregirme, me pongo nerviosa y termino chocándome con las otras parejas, siendo violada por la rodilla de cualquier señor que lo único que intenta es bailar y se muere de vergüenza cuando ve que me pega un manotazo en la cara al alargarme la mano para volvernos a juntar y yo aún voy por el paso anterior de vuelta hacia un lado…

Resumiendo… Un desastre.

No exagero si os cuento que se me rompieron unos calcetines de un pisotón de una chica que emocionada (y con chándal y tacones, que es como se tiene que ir a esa clase pero las españolas nos negamos) me pisó en el tobillo mientras todos se echaban para atrás y yo me echaba para delante…

Pero es que para más inri, el AXXXX este, que es un intenso, ha creado un grupo de whatsapp y todos están emocionados, porque propone salas de baile, “bailatrones” (que son reuniones en la calle para bailar por cualquier causa de esas que en Colombia no faltan) manda los vídeos que nos obliga a grabar a última hora de la clase cuando nos hace la demostración con su compañera de baile o con quien pille para que practiquemos en casa, y lo peor es que de vez en cuando nombra a los que vamos peor para que veamos tal enlace o cualquier cosa relacionada con Salsa. Se dan los buenos días, las buenas noches y se felicitan los domingos … Es una verdadera secta intensa de baile…

La semana pasada, aprovechando que tenía que hacer la compra y estaba bastante cansada, no fui y AXXXX se ha dado cuenta. Mi nula actividad en el whatsapp común, le debe sorprender tanto como mi falta de coordinación, y como buen docente, se ha emperrado en que todos sus alumnos evolucionen y se comprometan… Así que hoy por la mañana ha decidido preguntarme y volverme a meter en la secta. ¡Qué cabrón!

Os juro que no sé qué hacer. Por un lado pienso que es guay conocer a gente, que la música alegra el alma, que hago deporte, me río, me libero del estrés diario… Pero por otro pienso que no me merece la pena sufrir, que me crea aun más estrés y me hace sentirme idiota mirándome al espejo pensando que voy a lado correcto mientras me doy golpes con uno que se acerca hacia mí yendo hacia el verdadero sentido correcto.  No sé si me mola ser la que se queda sin pareja cuando nos toca cambiar sin avisar y terminar pidiendo disculpas dos horas seguidas todos los miércoles, a hombres que con toda buena intención me intentan gobernar en un espacio bastante reducido que es el terreno de una pareja de baile de salsa. Es que realmente no se si no me mola, o realmente me da exactamente igual que el AXXXX este se sienta frustrado viendo como ralentizo (junto con Jose) el ritmo de la clase… jajaja.


¿Vosotros qué haríais?

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