Os juro que ésta mañana cuando me he despertado lo tenía
claro…
No dudaba ni un segundo, había decidido que pondría fin a
esta historia.
Lo había decidido ayer, cuando hacía pis en el aeropuerto de
Pereira mientras esperábamos un avión de vuelta a Bogotá tras un finde aún
mejor que el anterior de amigas y naturaleza. Finde de sentirme yo misma, parte
de una “piña” fantástica de personas ejemplares luchadoras y honestas. Lo tenía
claro desde ayer; lo dejaba.
No tenía razones por las que seguir, y tenía claro que continuar era una tontería, demasiado
esfuerzo sin ningún avance…. Y lo iba a hacer a lo grande, contándoslo a todos
en un mail que escribiría esta misma noche.
Tenía el mail estructurado en mi cabeza, os contaría toda la
verdad, cómo había empezado a escondidas de vosotros por vergüenza, los buenos
ratos del principio, los miedos… y como ayer, tras unas semanas de darle
vueltas, lo dejaba.
Pero ésta mañana, he recibido un whatsapp que lo ha cambiado
todo… Era AXXX, preguntándome cómo estaba, qué tal el puente y si me había
visto los vídeos.
Era él, el intenso, el incansable y “tan querido” AXXXX.
¿Cómo iba a abandonar ahora? Imposible… Lo confieso, no he sido capaz y
mintiéndole, le he dicho que todo muy bien y que sin falta nos veríamos mañana.
He sentido como que me estaba vigilando, como si adivinara
mis pensamientos y supiera que me lo estaba pensando tras darle plantón la semana pasada, como si
supiera que no quería volverle a ver, que esto no va conmigo.
Él tan colaborador, tan enérgico y entusiasmado, había
decidido escribirme justo en el momento en el que no quería saber nada más de
esto, consiguiendo que volviera a comprometerme a vernos al día siguiente.
Y aquí me tenéis ahora, un martes después de puente,
cansada, en pijama, aun sin saber si mañana ir a mi clase de salsa de los
miércoles o irme con Diana a comprarme un modelito para el viernes ir al Andrés
Carne de Res con éstas.
No sé qué hacer…
Es que el cabrón del profesor me mete mucha caña y no se da
cuenta que soy de lateralidad cruzada y que no lo hago por falta de interés ni
empeño, sino que soy incapaz de ir hacia el lado que dice por pura incapacidad
mental.
Y como nunca ha visto un caso así, se le ha metido entre
ceja y ceja que Patiño tiene que aprender a bailar salsa.
Creo que merecéis una explicación, así que empezaré por el
principio…
Todo empezó hace un mes y medio, tras una conversación con
mis abuelos por Skype. Pensé que les echaba mucho de menos y que éstas navidades
quería bailar un agarrao con mi abuelo como el que nos habíamos marcado hace
unos años en el salón de su casa tras haberme bajado con mi tía Fer unos
albariños.
Ese día me fui a cenar con Iris, Jose y Rubén , empezamos a
hablar de la familia y de ahí no se cómo salió que a mi me encantaría bailar
mejor para bailar con mi abuelo y me
comentaron que ellos acababan de empezar unas clases de salsa en la Universidad
que molaban mogollón. Eran baratas y Jose (que es tan descoordinado como yo)
iba a apuntarse, así que olvidé mi prejuicio arrítmico, y la horrible
experiencia de adolescencia cuando mi profesora MariaJosé, me “invitó a irme” de aeróbic por no saber
llevar el ritmo general y me lancé a aflojar cadera.
El primer día, AXXX, me aconsejó, que como me unía a un
grupo que llevaba tres clases, fuera antes para poder pillar los tres primeros
pasos que ya habían dado. Y allí me planté yo vestida como de ir a la oficina
en la sala polivalente de la Universidad
Piloto.
Le expliqué que me llamaba Patiño (grasso error ya que desde
ese momento no se le olvidaría nunca mi nombre porque le hizo gracia) y
estuvimos dando los primeros pasos junto con otros dos colombianos. Jose, como
es habitual, llegó tarde y faltando quince minutos para las siete de la tarde,
más o menos, yo ya había pillado el “básico” y el “colombiano”, él tenía el
giro perfecto.
A las siete menos cinco eso se empezó a llenar de gente,
sorprendentemente, más hombres que mujeres que, autóctonos todos, iban a
perfeccionar el arte de la salsa. Me hizo gracia que vinieran hombres sin una
mujer al lado empujándoles y me gustó el cambio cultural de que bailar no es de
maricas.
Y desde ése
miércoles, a las 19.00 todo ha sido intentar seguir el ritmo…
Lo primero que he aprendido, y que me ayuda bastante cuando
soy capaz de llevarlo a cabo, es que las mujeres en la salsa, tienen que
dejarse manejar totalmente… ¿Alguien se dejaría llevar por un hombre en chándal
con cara de indio todo sudao que mide más de ancho que de largo y que no conoce
de nada en un país desconocido?
Pues eso, que la primera parte, el dejarse llevar… No la
llevo muy bien, pero cuando lo consigues es bastante fácil porque solo hay que
hacer eso… Dejarse llevar.
La segunda cosa, es
lo de terminar mirando siempre al espejo, pero como siempre me pongo detrás no
me veo y cuando todos mueven la cadera y los brazos de ésa manera me
desconcentro flipando con su ritmo y ya dejo a veces hasta de bailar
impresionada con su coordinación.
Y lo último, que es realmente lo que me hace dudar de mis
capacidades, es hacer lo que todos hacen. Es decir… Si van todos a la derecha
levantando el brazo en círculo hacia la izquierda, pasando el pie izquierdo por
delante del derecho haciendo cruzado… Pues yo empiezo muy enérgica
concentrándome tanto en que tengo que ir a la derecha que sin querer levanto el
brazo derecho y cuando me doy cuenta el primer pie que he movido es el
izquierdo porque es mi pierna buena y ya la he liado porque no puedo enlazarlo
con el siguiente paso.
Y eso, cuando eres la única extranjera sin ritmo en una
clase de colombianos… Se nota… No veas si se nota…
Total, que como se nota tanto, y mi nombre le hace gracia al
AXXXXito de los cojones, pues no para de corregirme, me pongo nerviosa y termino
chocándome con las otras parejas, siendo violada por la rodilla de cualquier
señor que lo único que intenta es bailar y se muere de vergüenza cuando ve que
me pega un manotazo en la cara al alargarme la mano para volvernos a juntar y
yo aún voy por el paso anterior de vuelta hacia un lado…
Resumiendo… Un desastre.
No exagero si os cuento que se me rompieron unos calcetines
de un pisotón de una chica que emocionada (y con chándal y tacones, que es como
se tiene que ir a esa clase pero las españolas nos negamos) me pisó en el
tobillo mientras todos se echaban para atrás y yo me echaba para delante…
Pero es que para más inri, el AXXXX este, que es un
intenso, ha creado un grupo de whatsapp y todos están emocionados, porque
propone salas de baile, “bailatrones” (que son reuniones en la calle para
bailar por cualquier causa de esas que en Colombia no faltan) manda los vídeos
que nos obliga a grabar a última hora de la clase cuando nos hace la
demostración con su compañera de baile o con quien pille para que practiquemos
en casa, y lo peor es que de vez en cuando nombra a los que vamos peor para que
veamos tal enlace o cualquier cosa relacionada con Salsa. Se dan los buenos
días, las buenas noches y se felicitan los domingos … Es una verdadera secta
intensa de baile…
La semana pasada, aprovechando que tenía que hacer la compra
y estaba bastante cansada, no fui y AXXXX se ha dado cuenta. Mi nula actividad
en el whatsapp común, le debe sorprender tanto como mi falta de coordinación, y
como buen docente, se ha emperrado en que todos sus alumnos evolucionen y se
comprometan… Así que hoy por la mañana ha decidido preguntarme y volverme a
meter en la secta. ¡Qué cabrón!
Os juro que no sé qué hacer. Por un lado pienso que es guay
conocer a gente, que la música alegra el alma, que hago deporte, me río, me
libero del estrés diario… Pero por otro pienso que no me merece la pena sufrir,
que me crea aun más estrés y me hace sentirme idiota mirándome al espejo
pensando que voy a lado correcto mientras me doy golpes con uno que se acerca
hacia mí yendo hacia el verdadero sentido correcto. No sé si me mola ser la que se queda sin
pareja cuando nos toca cambiar sin avisar y terminar pidiendo disculpas dos
horas seguidas todos los miércoles, a hombres que con toda buena intención me
intentan gobernar en un espacio bastante reducido que es el terreno de una
pareja de baile de salsa. Es que realmente no se si no me mola, o realmente me
da exactamente igual que el AXXXX este se sienta frustrado viendo como
ralentizo (junto con Jose) el ritmo de la clase… jajaja.
¿Vosotros qué haríais?
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