Este fin de semana he estado en Villavicencio, la capital del Departamento del Meta, que es a su vez, la capital “llanera” por excelencia y la ciudad más cercana a Bogotá.
Villavicencio es feo, caluroso, (más que caluroso bochornoso), paleto y algo inseguro.
Pero nuestra visita estaba más que justificada, teníamos que ir a ver a mi amiga Inés (llamémosla Inés por preservar intimidad) que lleva desde diciembre esperando el reagrupamiento de las tropas de las Farc en sus campamentos de desarme, para meterse con ellos para verificar desde la ONU (ella va como observadora internacional) que todas las armas que dicen que tienen aparecen y se destruyen.
No tiene fecha fija, por eso no puede salir demasiado del Departamento de Meta, así que la mejor opción era ir a verla y Nxxxx y yo, las únicas chicas que quedamos de la pandilla del año pasado en Bogotá, buscando algo que hacer y sobre todo por acompañarla y disfrutar de finde de chicas, nos cogimos la mochila rumbo a “Villabo” el sábado a las 06.30 de la mañana.
Realmente, me encantaría contaros la historia de Inés, lo que va a hacer, lo que sabe, lo que no… Es más, cuando iba hacia Villavicencio en un autobús chiquitito sentada junto a Nxxxx cordillera occidental para abajo, entre curva y curva, pensaba que mi escrito de hoy iba a ir sobre eso.
Pero tras hablar con ella durante horas y darme cuenta de los peligros y demás a los que se expone si largo algo, prefiero contaros la otra gran experiencia del finde “Expo Malocas 2017”.
Como no sabíamos qué hacer en una ciudad tan fea como VIllabo, buscando planes de lo más dispar, descubrimos que durante éste fin de semana, se celebraba la mayor exposición de ganado y coleo de todos los llanos occidentales; ExpoMalocas, y nos marcamos como objetivo acudir como tres lugareñas más a un lugar tan selecto como ese.
Antes de comenzar mi descripción del lugar, deberíamos dejar claro un concepto básico;
Los Llanos.
¿Qué son los Llanos?
A Colombia la atraviesan tres cordilleras andinas, desde el noreste al sureste, y en el triangulito que queda más debajo de Bogotá, sin llegar a ser selva a aún, están los Llanos Orientales que ocupan una vasta extensión de los Departamentos del Meta, Vichada, Casanare y en Venezuela otra gran parte de territorio. A los Llanos también se le llama la región de Orinoquia, por el río Orinoco, que la cruza, pero lo que caracteriza éste área por encima de todo es su cultura.
La cultura llanera se nutre de la actividad principal de sus habitantes, la ganadería bovina. Es decir, los llaneros son los cowboys colombo-venezolanos sin tener ni idea hace dos siglos (que es cuando florece este orgullo por los Llanos) que en los Estados Unidos de América se estaba forjando algo parecido.
Ayer, contándoles a mis primos y tíos (los que vivieron en Dallas) mi experiencia, llegué a la conclusión, que Los Llanos, tal vez, es el Texas de Colombia.
Los llaneros visten de vaqueros, botas, camisas blancas y gorros de copa y ala ancha, que a diferencia de los gringos, suelen ser como sus camisas, de color blanco. Los llaneros son gente de campo, de familia, no demasiado tolerantes y de tradición católica. Son derechosos, amigos durante unos años de los paramilitares y defensores de lo que es suyo.
Tienen una historia diferenciada, un orgullo propio, que aunque menos conocido que el Paisa de Antioquia, es igual de extenso y diferenciador.
Aprovechan cada momento para beber guaro (como todos los demás colombianos) y montar “joropos” que son parrandas (como ellos dicen) de la música típica de aquí que se baila por parejas y no es nada sensual (a diferencia de todos los demás bailes caribeños) sino más bien de taconeo y giro y se toca con arpa, guitarra pequeñita y maracas.
Los Llaneros, son vistos en algunos círculos urbanos con desprecio, como si fueran más brutos, más cerraditos… Pero como dice el Papa, ¿quién soy yo para juzgar?, a mí me parecen muy folclóricos y como bien sabéis, para mi donde hay folclor… ¡Hay alegría!
Así que el sábado a las 11.00 de la mañana, el “Tridente” (Como nos hacemos llamar las tres supervivientes del 2016) nos dirigimos junto con una canadiense, compañera del “trabajo” de Inés, a ExpoMalocas 2017.
De las 50.000 personas que visitaron ExpoMalocas éste fin de semana, creo que las únicas extranjeras que había en todo el recinto (sin contar venezolanos ricachones que pueden permitirse cruzar la frontera) éramos nosotras. Y en Colombia, como os he comentado alguna vez, cuando eres extranjero, se te trata muchísimo mejor que al autóctono.
Así que, ni cortas ni perezosas nos recorrimos todos los puestos, preguntando y enriqueciéndonos de la cultura local, a Nxxxxx le hizo una entrevista la tele local, nos hicimos fotos con presidentes de asociaciones gremiales (como las famosas) preguntamos por las vacas más grandes, las más pequeñas…. La amiga de Inés, iba y volvía detrás de nosotras, intentando seguirnos el ritmo de españolas asentadas en Colombia desde hace más de dos años…
Nos enteramos porqué las vacas llaneras no tenían cuernos y nos llevamos la desilusión al enterarnos que era algo puramente estético y que desde pequeñitas se les quemaban… Todas comentamos la burrada que nos parecía esa práctica y Jaqueline, intrigada, nos volvió a preguntar varias veces si estábamos seguras que habíamos entendido bien que era algo estético y no funcional…
Vimos a la vaca más bonita de todo Orinoquia, el semental más cotizado del Meta que pedía mimitos detrás de su vaya de dos metros moviendo su cuerpecito de 1.100 kilos para coger postura mientras le acariciabas…
Pisamos cacas, tragamos polvo, aprendimos de tipos de vacas llaneras de bocas de ganaderos orgullosos...
Los autóctonos, no paraban de repetirnos que debíamos volver al día siguiente, que lo mejor de expoMalocas, era el “coleo”.
Nosotras no parábamos de sonreír, agradecer, alabar el género, hacernos fotos como japonesas en cualquier esquina y traducir términos llaneros a Jackeline, la canadiense, que aun sonriente, de vez en cuando mostraba cara de agobio.
A la una, cuando habíamos visto todo menos el espectáculo de ejercicios de pastoreo, nos sentamos en el único lugar de comidas del recinto, donde un grupo tocaba joropo a todo trapo y los lugareños bailaban con sus mujeres entre las mesas, mientras esperaban sus platos de carne a la llanera.
Los camareros de camisa blanca y sombrero llanero, nos prepararon la mesa, mientras buscábamos en google qué coño era el “Coleo” que tanto nos recomendaban para el día siguiente.
Jackeline escribía whatsapps desde su silla, mientras Inés, Nxxxx y yo con los ojos como platos, veíamos la final del mundial de coleo del año pasado.
¡Qué barbaridad!
El coleo consiste en que dos llaneros a caballo, salen corriendo detrás de una fornida res, le agarran de la cola, y antes de que termine el pasillito donde corren como locos, tienen que tirarla al suelo únicamente mediante al tirón de rabo.
Como podéis imaginar, de la velocidad que llevan, las vueltas de campana que da la vaca al recibir el tirón, son infinitas y muchas ya no pueden levantarse por grandes lesiones del golpazo. Una cosa muy bruta, vamos…
Pero, vuelvo yo a nombrar al Papa, (es que me acabo de ver la docu-serie de su vida y estoy muy fan) ¿Quién soy yo para juzgar el coleo viniendo del país de los toros y los encierros?
Total, que ahí estábamos esperando a que nos atendieran, escuchando joropo a todo volumen, con el móvil de Nxxxxx mostrándonos las imágenes, completamente embaucadas observando la técnica de los finalistas del año pasado, cuando nos dimos cuenta de que Jacqueline, había dejado de mirar su móvil y centraba sus grandes ojos hasta ahora sonrientes en el vídeo de Nxxxx.
La pobre cambió completamente de semblante, alejándose del teléfono y dejando la mirada fija y perdida mientras apoyaba su cuerpo en el respaldo de la silla de madera en la que estaba sentada, como alejándose no solamente de la realidad que plasmaba youtube sino de toda en general, dijo muy suavemente, “Yo, prefierou no venihr maniana” .
Nosotras secundamos su propuesta, y le dijimos, quitándole hierro al asunto, que también pasábamos, que no éramos tan Llaneras como para disfrutar del espectáculo, así que intentando cambiar de tema, pedimos la carta para saber qué comer.
Ni carta ni leches, en el Llano sólo hay carne a la Llanera, y en ExpoMalocas no iba a ser menos.
“ Lo que podemos ofrecerles es, res a la llanera, cerdo a la llanera, sopa a la llanera y pato criollo.”
¿Pato? Dijo Jacqueline y todas miramos al camarero haciéndonos la misma pregunta.
“Pa quien no le guste la buena carne” respondió entre risas camarero llanero.
Entonces ocurrió algo que hizo que entendiéramos todo lo que habíamos vivido con Jacqueline hasta entonces. Jacqueline salió del armario y anunció ante el camarero llanero, de manera valiente y entera su “vegetarianeidad animalista”.
Nxxxxx soltó “me cago en la puta” muy de Orihuela y yo, sin saber qué hacer, me mordí el labio de abajo intentando empatizar con la canadiense y sus dos horas de sufrimiento e incomprensión, esperando a que Inés nos saliera con algo para arreglarlo.
Mi amiga, que ya va para dos meses en el Llano, intentó suavizar con el camarero, que sin entender nada tuvo que llamar a su encargado para poder darle de comer algo a la gringa.
¿Pero nada que haya tocado carne? Le preguntaba hablando alto el encargado a Jacqueline, que intentando ser lo más educada posible explicaba despacio y sin perder la expresión amable que ella no quería animalitos en su cocina.
El camarero se llevaba las manos a la cabeza, el encargado daba opciones que siempre terminaba llevando carne, pero nada, que no daban con la solución…
¿No tienen ni siquiera arepas? Preguntó Nxxxxx, ¿El arroz que tradicionalmente acompaña a la carne? Dijo Inés.
Los dos señores, fuera completamente de su zona de confort, se retiraron a hablarlo con las cocineras, que desde lo lejos, nos miraban con cara dubitativa, como si no fuéramos de fiar por contar en nuestras filas con una vegetariana…
Tras el gabinete de crisis, volvieron a acercarse para pedirnos más tiempo y de paso para tomar nota de lo que íbamos a pedir las carnívoras del grupo de extranjeras.
En 20 minutos nuestras carnes llegaban a la mesa de manos del camarero, y detrás de él, triunfante, el encargado sostenía un plato con mazorca de maíz, arroz, y una gelatina rara que ni Jacqueline ni yo supimos diferenciar a simple vista.
Lo agradecimos infinitamente y nos pusimos a comer felices las cuatro comentando sobre el plan alternativo para el día siguiente…
Jaqueline empezó con el arroz, pero al llegar a la gelatina rara, la pobre, entró en shock, se llevó la primera porción a la boca y en cuanto lo saboreó, puso una cara de asco horrible. Inmediatamente soltó el tenedor y con tono de desesperación, desilusión y algo de asco, afirmó lo que todas sospechábamos… la gelatina era carne.
La pobre, no volvió a ser la misma en todo el día.
Fuimos a ver los trabajos de campo (nada agresivos) y ni siquiera quiso sentarse en la grada.
Se quedó en los puestos de cacao y desarrollo de economía rural que patrocinaba el Ministerio de Agricultura preguntando por tés, frutas y procesos del cacao y el café.
Cuando dijimos que nos íbamos para casa, la pobre fue la primera en subirse al taxi...
Por la noche, en la discoteca del pueblo, volvió a brillar como cuando la recogimos por la mañana y me quedé más tranquila.
El caso es que no paro de pensar en ella… en que se va para la selva, y que si los Llaneros son cuadriculados… los selváticos lo son aún más, y no sé si acabará hasta las narices de frijoles y arroz… Pobre Jacqueline, se mete en la boca del lobo…