lunes, 25 de mayo de 2015

El fútbol colombiano

La semana pasada estuve en Bogotá todos los días, desde que llegué de Tatacoa hasta hoy he sido “juiciosa” y me he quedado en hotelito...

Ya era hora de descansar y poder disfrutar de las cosas de la ciudad que me alberga también los fines de semana.

Así que para no perder la costumbre de planes que nos hagan encontrarnos aún más con colombianadas auténticas, mi grupito de españoles y yo decidimos ir al fútbol .


El fútbol en Colombia forma parte de la cultura general, pero no como en España, sino de una manera especial…

El colombiano medio tiene 3 equipos a los que seguir, el primero en la Liga colombiana, el segundo en la Liga española y el tercero en la Liga inglesa o la italiana dependiendo de sus gustos futbolísticos, (y no siempre en ese orden, algunos son más del Barça o del Madrid que de su propio equipo nacional…).

Pero eso sí, todos y digo todos, son de la “Selección Colombia” a muerte…




Los hombres conocen a la perfección alineaciones, lesiones, chascarrillos y posibles movimientos de Real Madrid  y Barça.  La nuestra, la toman como su propia Liga, la siguen, la sufren, le dedican horas de estudio y ponen Carrusel Deportivo en los taxis a todo trapo (El GRUPO PRISA compró Radio Caracol e impuso la misma programación que la Ser en Caracol así que  los taxis escuchan La Ventana, carrusel pero en Versión Colombiana…) eso sí, en vez de por la tarde noche, viven los partidos a medio día que es cuando el cambio horario lo permite…

Así que cuando comentas que vives en Madrid a unos 500 metros del Bernabeu… te toman como experta en la materia y te hacen preguntas como ¿Crees que Ancelotti ha cometido tantos errores como para que Florentino no cuente con él la próxima temporada?

Y claro, a mí el fútbol me encanta, me divierte verlo, celebrarlo, estudié periodismo, pero de ahí a dar una respuesta formada sobre el tema… pues no… así que suelo salir con la de… pues mire usted… Errores cometemos todos ¿No? El fútbol es así, cruel ya sabes… El Madrid no ganó títulos y eso pesa… El equipo no está muy contento, es un equipo de títulos… Cuando lo que me apetecería decir sería: A mí la ceja de Ancelotti me hace mucha gracia oye, y si viene Benítez pues también bien…¿No?

Su liga colombiana es otro rollo… son conscientes de que la calidad de juego es muchísimo menor y que los equipos, aunque ya están “limpios”, no son las grandes instituciones que son los equipos en nuestro país. (si ellos supieran…)

Durante los años ochenta, el fútbol colombiano, fue víctima de una narcotificación que a mí me impresiona muchísimo…

Los grandes narcos  decidieron comprar a los equipos de fútbol de sus áreas de control,  para blanquear dinero, divertirse con ellos y para (atención) , acercarse a los habitantes de sus zonas haciéndoles ver que estaban de su lado…

Podría decirse (en otras palabras) que lo que los narcos intentaban era “pan y circo” para sus secuaces y lo hacían de una manera transparente, impune, descarada…

El América de Cali, era de Miguel Rodriguez y años después de los hermanos Rodriguez Orejuela , líderes del Cartel de Cali que no le bastó con el América y le metieron mano al SantaFe de Bogotá durante muchos años… por otro lado,  el Millonarios (también de la ciudad de Bogotá) era de Rodriguez Gacha “El Mejicano” y el Nacional de Medellín de Pablo Escobar…

Durante esa década, el fútbol colombiano fue el mejor de su historia, pero pasaron cosas escalofriantes… 

Árbitros asesinados, extorsionados, jugadores “desaparecidos” tras malos resultados…amaños de partidos...

Bastaba que el narco de turno le enseñara un fajo de dólares al árbitro desde las gradas, para que cambiara el resultado… La cultura del miedo y la violencia se metió el vestuario, era un reflejo de lo que pasaba en las calles…

Una pasada, y claro, esa violencia y odio se llevó hasta las gradas donde continúa aun tres décadas después de los tiempos de los grandes cárteles de la droga..
.
Los hinchas se odian a muerte, se amenazan, se matan, se exigen entre ellos acudir a las gradas y si no lo hacen, son agredidos por sus propios compañeros… violencia por violencia….ir a un derbi es algo verdaderamente peligroso…

Así que como nosotros , no queríamos correr riesgos innecesarios, decidimos ir a un partido de la Copa Libertadores (la Champions Latinoamericana) en la que el partido rival era Brasileño y el riesgo era mucho menor…

Nos informamos de áreas del estadio seguras, lejos de los ultras , preguntamos comparamos...y el lunes, Jorge y Jonan , se encargaron de comprar 13 localidades en Oriental Norte del Estadio del Campín para ver los Cuartos de Final de la Copa Libertadores entre el Santa Fe de Bogotá y el Internacional de Porto Alegre (Brasil) .

Con el fin de enterarme de todo y de crear buen rollo en la oficina, invité a una de las tres personas que conforman el “booking” de mi Proyecto, Rafa.

Rafa tiene mi edad y  trabajó en WIN SPORTS como auxiliar de producción de campo (el ayuda al que manda a las cámaras cuando se retransmite) . Win es el canal que retransmite todos los partidos, así que con esta invitación, me aseguraba  conocimiento técnico y futbolístico, guía y guarda  durante el acontecimiento deportivo.

La mañana del miércoles (día del partido), hablando con los compañeros, a su cuarta hora del café, mi hora de la cocacola ligth, Rafa me advirtió que no podía llevar cinturón, ni botellas, ni mecheros, ni monedas, ni ir de azul (color del Millonarios) para evitar problemas…

Como comprenderéis, al conocer todas esa prohibiciones, me acojoné… Escribí al grupo de españoles para prevenirles y todos comentaron lo extraño de las indicaciones pero hicieron caso, acordamos quedar en la puerta más cercana a la entrada 18 a las 19.00.

Así que a las 18.30 salí de casa sin cinturón, sin bolso, sin documentación, sin tarjeta de crédito, sin cámara de fotos, sin móvil… es decir, que salí de casa casi desnuda (porque no llevar teléfono es ir desnudo aquí y en la China Popular…)

En recepción del Hotel, me dijeron que tuviera cuidado y me dieron una tarjeta por si pasaba algo poder llamarles. Me despedí con la mano mientras me miraban por la ventana con preocupación… (esto también me acojonó…)

Tuvimos que quedar como antiguamente, en lugares y horas exactas, que por nada del mundo podían ser cambiadas porque no teníamos teléfonos… Sorprendentemente le grupito de mi barrio llegamos pronto todos y a las 18.50 estábamos en la puerta del Estadio…

¡¡Sorpresa! al llegar al Estadio, la puerta 18 estaba igual de lejos del acceso Oriental que el Occidental…
Gracias al Divino Niño, o que tengo una amiga muy despistada, Leire llevaba teléfono y mi compañero Rafa (que dominaba la situación) también.

Así que cada uno se puso en una puerta y poco a poco recolectaron a los 11 españoles que junto a ellos hacían el único grupo europeo del estadio.

Pasamos un primer control policial, revisaron bolsos, bolsillos, carteras, sujetadores, calzoncillos, zapatillas... lo pasamos… llegamos al segundo control, revisaron bolsos, bolsillos, carteras, sujetadores, calzoncillos, zapatillas... en éste a mi amiga Patri le quitaron el tabaco… (No sé en qué lista de armas peligrosas están los cigarrillos, pero a mi ,que no soy fumadora ,me vino muy bien porque solo fumó un cigarro en todo el partido que llevaba perdido en el fondo del bolso).

Llegamos a 10 metros del Estadio y último control, mujeres por un lado y hombres por otro , como en los controles anteriores,  y revisaron bolsos, bolsillos, carteras, sujetadores, calzoncillos, zapatillas…

Por fin, llegamos al Estadio Municipal del Campín (todos los estadios Colombianos , menos el del América de Cali que lo compró el Cartel de Cali , son Municipales y los gestiona el Ayuntamiento) subimos a nuestra zona y cual fue nuestra sorpresa que cuando fuimos a nuestros asientos estaban ocupados…

A mí me entró el canguele, pensé que tendríamos que convencer a aficionados violentos y luchar por nuestros sitios… 

Me vinieron a la cabeza bengalas, cabezas rapadas…qué se yo… pero lo último que quería era mal rollo dentro de un entorno tan futbolero…

Rafa nos calmó y nos comentó que solo los abonados, tienen derecho a sentarse en su asiento, que los demás tenían que ir ocupando huecos y rezar porque no viniera un aficionado y le levantara de su silla…

Nos pusimos en una buena zona, y poco a poco vimos como nuestra piña de españoles se iba dividiendo… 

Fer y su hermano tuvieron que bajarse 4 filas, Victor y Jon 5 asientos a la derecha, Mónica y Ale 4 para allá…Todo el mundo muy educado, te enseñaba su carnet y tú tenías que levantarte y buscar huequitos… 

Lo peor de todo es que como buenos colombianos llegan tarde a todas partes y hasta los 15 minutos de partido no encontramos sitio definitivo…

Una vez empezó el partido ahí todo era hermanamiento. (no sin antes cantar el himno de Colombia a voz en grito)

Todos éramos del Santa Fe y todos sufríamos con las jugadas…

¿Dónde estaba la peligrosidad?
¿Por qué nos habían metido tanto miedo?
 ¿Las peleas? 
¿Los atracos? 
¿A qué venía tanta cordialidad?

El ambiente era insuperable, me recordó mucho al Calderón pero sin niños (ni un niño en la grada) por el camaderismo, la gente sin parar de cantar, saltar, gritar… Nos levantamos y sentamos al menos 35 veces, cada vez que había peligro, y nos volvíamos a sentar cuando el balón estaba en medio del campo….

Al oir nuestro acento todos los hinchas del Santa Fe nos dieron bola, nos comentaban cualidades, historias de sus jugadores… Y cuando se enteraron de que no éramos Argentinos ni Chilenos (nos confunden mucho) Ya dieron por hecho que éramos verdaderos expertos en la materia…(qué manía...)

Nos contaron, por ejemplo, que al estar Bogotá a 2500 metros de altura, lo que hacen los equipos es jugar a cansar al rival, a tocar bola (lo que en España se conoce como tiki taka) y que los buenos partidos se ven a nivel del mar…

Sufrimos, sufrimos mucho porque además de malos (maliiisimos) , tenían muy mala suerte… venga para arriba venga para abajo… Os juro que he visto más nivel futbolístico en partidos de la Leal Villa de El Escorial…

Hasta que en el minuto 92 no marcó el Santa Fe, solo se oían 3 insultos… (Son los 3 únicos insultos que utiliza el colombiano) Hihoeputa, marica y gonorrea. Todos eran hihoeputa…el árbitro, el “arquero”, el delantero, el negro hihoeputa, el brasileiro hihoeputa… Era fácil seguir el ritmo, gritabas hihoeputa, llamabas marica a alguien y estabas dentrísimo…

Y cuando marcó el Santa Fe… 
¡Qué momentazo! Creo que me sentí como debe sentirse mi tía Nieves  en el momento que se da la paz en misa y se forman colas para darle un beso a ella… Fue una locura…

El estadio vibraba, los hinchas de las barras (los ultras, traduciendo al Español) se abalanzaban hacia las primeras filas apiñándose en la primera  y se veía como una marea desde lejos, volaron papeles, sonaron vuvuzelas,  me abracé con cientos de hinchas (que querían celebrarlo con los nuevos fans del Santa Fe), nos gritamos, apretamos los puños con tensión… un momento de esos de alegría y pasión que nunca había vivido en un estadio…

Salimos encantados, riéndonos de nuestros miedos pero con la tensión del “puede pasar”…

Nos gustó tanto la experiencia, que el domingo decidimos irnos a los mercadillos del centro a comprarnos todos la camiseta de la Selección Colombia (falsa, por supuesto) para estar preparados para la Copa América que empieza en 4 semanas y dicen que será la bomba…

Declaran ley seca los días de partidos y dejan no ir a trabajar para poder ver el partido… Será la repera… yo con suerte, estaré en España muriéndome de envidia pero feliz por estar allí…



PD: Os recomiendo el documental Los Dos Escobar. Habla del asesinato del jugador de la Selección Colombia Andrés Escobar por manos de los PEPES (Narcos de Medellín enemigos de Pablo Escobar), del fútbol y el narco… 

miércoles, 20 de mayo de 2015

Mi amiga colombiana...

Este fin de semana he estado en el desierto de la Tatacoa con mi amiga Pepa la Colombiana.
Hemos ido en autobús, de mochileras, como viaja la gente colombiana del estrato al que pertenezco en España… Hemos vivido colas, atascos, regateos y pura vida colombiana en el desierto de Colombia…

El desierto de Tatacoa está en el Departamento de Huila a 40 kilómetros de su capital,  Neiva.
Tatacoa es lo más parecido que hay a Marte que he visto en la vida. Se trata de un área de unos  30 kilómetros de tierra roja que forman impresionantes cárcavas donde solo crecen cactus de los que se parecen a Pincho el de los fuitis.

Por las noches, el cielo completamente estrellado muestra constelaciones que desde Europa nunca podremos ver de una manera nítida y espectacular. Por 3 euros, el Señor Javier (un astrónomo afincado en éste desierto) te cuenta todo sobre el cielo a tres grados del ecuador y te deja ver los planetas con su super telescopio (suena precioso, lo se…a nosotras nos llovió así que una mierda, pero debe ser estupendo… jajaja)

Neiva, la capital de Huila,  es la sexta ciudad más insegura de Colombia (van antes Cali, Medellín, Cúcuta, Palmira y Santa Marta)  y es fea a rabiar, pero en Neiva vive Ximena, una chica colombiana que coincidió con mi amiga Pepa en Londres y conmigo unos 5 días en aquel curso de inglés en el que conocí a mi ángel de la guarda colombiana, así que decidimos que era un buen lugar para poder visitar algo más de Colombia  ya que teníamos gente conocida y era más barato que tener que ir a cualquier sitio en avión.

No suelo hablaros de mi amiga Pepa, pero una de las principales razones por las que esta experiencia está siendo tan positiva es ella, mi amiga Pepa París.

En el 2008, gracias a una beca de las de Zapatero, pude irme dos meses a estudiar Inglés a Londres. 
Lo normal era que te diera el dinero para tres semanas, pero ocupé la casa de Susanita y lo alargué dos meses…

Mi clase de inglés estaba llena de chinos, turcos y colombianos, y además,  había una chica rubita, de ojos azules, bajita y de cara redondita que pensé que era alemana…

Como todo curso de inglés uno busca siempre a los que no hablen tu idioma así que pasé de todas las que tenían pinta de latinas y me acerqué a la rubia que seguro que era alemana… Empezamos a hablar ni me acuerdo de qué en Inglés, y cuando abrimos el círculo, un coreano me preguntó que de dónde era yo, le respondí que de España…. Pepa y yo nos miramos y me dijo  ¿Qué hacemos hablándonos en inglés? Yo soy colombiana!! Así que desde ese momento, nos hicimos inseparables en Londres, vino a verme a Madrid y gracias a Facebook y a que ella es súper atenta hemos estado en contacto siempre.

Cuando me comentaron que tal vez vendría a Colombia (mi tía Bea se acordará… Gonzalo acababa de empezar el curso de natación y mientras le mirábamos por la ventana le conté la posibilidad) escribí a Pepa y desde ese día no ha hecho otra cosa que hacerme la vida colombiana mucho más fácil.

Ella me ha ayudado encontrando una buena  zona para vivir, con la que estoy encantada, me ha ayudado también explicándome que es maleducadísimo estornudar y sonarse los mocos , advirtiéndome que en los retretes colombianos no se puede echar el papel , que se atasca y tienes que dejarlo en la papelerita para ello, es decir, ella me ha dado consejos que solo una amiga autóctona puede dar.

Mi amiga Pepa es lo que en España se definiría como una chica normal.

Tiene trenta y tres años, una hermana melliza, (Carola) tiene su carrera en Administración de Empresas Hoteleras, su alto nivel de inglés,  dos trabajos para poder llegar a fin de mes y muchas ganas de viajar y conocer.

Pero en Colombia lo que allí es normal, aquí no lo es…

Pepa renunció a vivir en su estrato para independizarse (primer punto prohibido por un estrato cinco Colombiano…) y llegar a fin de mes de aquella manera, pero poder llegar a su casa con sus gatas y ser independiente y autosuficiente.

Ella decidió dejar su trabajo, su familia y su mundo acomodado para irse dos años a Europa, trabajar de cualquier cosa (Un estrato 5 va a todo trapo por Londres adelante, no trabaja de cualquier cosa, pero mi amiga trabajó en un sitio de envío de dinero, en el Sheraton sirviendo catering, hasta cuidó una vez a Yago…). Lo hizo por aprender lo que cuestan las cosas e intentar mejorar su inglés y su vida.

Después de dos años, y con toda la razón, se hartó de Europa, del clasismo inglés de que si eres latinoamericana nunca podrás ser una mujer con un alto cargo y volvió a su país a cumplir su sueño y hacerse un tatuaje de una mariposa.

Su sueño, junto al de su hermana Carola no era otro que poner una pastelería.

Rompiendo moldes de nuevo, ahorró durante dos años para poder comprar un buen horno pastelero. 
Su hermana cocinaría y ella gestionaría todo lo demás.

Decidieron poner su pequeño negocio en un barrio modesto, de compras de cosas de navidad, una pastelería pequeñita, acogedora con tartas y galletas hechas a de manera tradicional que sirven el mejor capuchino de todo el barrio, porque si hay algo que a las hermanas París les vuelve locas, es el buen café...

Y ahí está ella, con su pastelería Melanka que cada día crece más, coordinando su repartidor, su horno de producción, los turnos de atender en la cafetería y los pedidos especiales y personalizados… Es decir, llevando su propio negocio…

La pobre amiga, trabaja desde las 05.30 a las 19.00 de lunes a viernes y los sábados por la mañana. 

No tiene tiempo para nada, pero siempre saca un hueco si necesitas que te haga algo de caso…

Como la pastelería está creciendo, muchos meses decide renunciar a parte de su sueldo para poder seguir avanzando y reinvertir. Siempre cuenta que leyó una vez una entrevista a un chino o a un japonés que afirmaba que para triunfar en un negocio, no podrás hacerte rica nunca antes de los primeros 20 años, porque el secreto está en reinvertir y reinvertir las ganancias…así que ella lo lleva raja tabla…

Para poder llegar a fin de mes, da clases de Inglés en el servicio de formación profesional estatal, el SENA, a personas que están aprendiendo un oficio y tienen obligado un nivel básico de inglés. La tía se agrupa las clases, los horarios y consigue hacerlo todo en las pocas horas que le quedan para poder pagar sus facturas, su casita y sus vicios...

Pero las dos cosas que más les sorprenden a los colombianos de ella y que realmente le diferencian de las demás colombianas, son las siguientes:

Siempre va en autobús público y a pesar de tener 33 años… No está casada.

Os parecerán dos tonterías insignificantes, pero en una sociedad como la colombiana tan del “qué dirán” , esas dos características marcan la fortaleza y la autenticidad de mi amiga como persona.
Ir en Transmilenio (el sistema de autobuses de Bogotá), es más rápido que ir en coche o taxi porque cuenta con un carril de uso único que evita los terribles atascos de caótica capital. Pero en el Trasmilenio van los trabajadores medios y los pobres, los atracadores, las personas como latas de sardinas… Un amigo el otro día de risas,  definía montar en Transmilenio a las 18.00 de la tarde como “la situación más parecida a una violación múltiple consentida” que había vivido nunca… Ir en el Transmi como dicen los colombianos “es tenaz”.

Los colombianos que son tocones ya de por si y su burbuja de confianza es casi inexistente, en el Transmi se ponen las botas…

Pero mi amiga es práctica, y ella dice que hay que valorar el sistema de transporte para que se convierta en algo eficaz y para todos, que es así como las cosas funcionan, cuando los servicios públicos son asumidos como un bien de los ciudadanos. Y su manera de valorarlo es usarlo, recomendarlo y sin importar de qué estrato viene… tener el abono transporte más usado de todos los bogotanos.

Y la otra es lo de estar casada… Es curioso, pero lo hemos hablado alguna vez los españoles de aquí…

Una mujer que no se ha casado antes de los 30 en Colombia… es que es rara… Ella lo sabe, se ríe, y cuenta que una tía suya le dijo hace poco que “mucho genio tenía que tener para no haber encontrado aun un hombre para ella”….

A Pepa se le han casado todas sus amigas… Y el machismo normalizado, hace que cuando una mujer colombiana se casa… deja de salir con sus amigas, de tener vida más allá de su matrimonio y su casa…

Las mujeres casadas no salen por la noche, ni beben y mucho menos vuelven solas a casa. Las colombianas casadas no son nada sin su marido… Y las que no lo están… o bien buscan desesperadamente un marido, o bien hacen como mi amiga… Aprender a vivir con pocas amigas que se salven...

Así que nos hemos venido súper bien la una a la otra… Yo le recuerdo las cosas buenas que tiene nuestro modo de vida y ella me enseña las estupendas cosas que tiene éste país… Nos compenetramos, nos tenemos en cuenta y estamos pendientes siempre la una de la otra…

Si estamos enfermas nos cuidamos, nos recomendamos remedios de nuestras abuelas, nos escribimos y hablamos de nuestros sobrinos a diario, nos ponemos a dieta todos los lunes y la dejamos todos los martes,  vamos al cine, nos escuchamos y sobre todo, en esos días bajos en los que nos da la sensación que todo está torcido y en mi caso que Pablo y  España están muy lejos… nos invitamos la una a la otra a hacernos las uñas en su casa mientras nos bebemos un Gintonic de Hendrich que le trajo Pablo de Providencia…

La verdad es que Colombia no me ha dado una amiga… me ha dado una hermana a la que admiro y cuidaré para siempre… La echaré muchísimo de menos cuando vuelva…





martes, 12 de mayo de 2015

Familias Uitotos

Esta semana está mi madre por aquí, así que tocaba si o si hacer viaje para conocer más el país…
Le ofrecí varios destinos, de playa, de paisaje…y entre todos, eligió  Leticia, Amazonas.
Leticia es la capital del Departamento de Amazonas, y está literalmente en el culo de Colombia, en el sur este del país.

Es colombiana porque alguien quiso que lo fuera, pero Colombia sería más simétrica si le quitaran esa puntita en la que está Leticia…

Leticia es una ciudad pequeña, de unos 40.000 habitantes, a la que desde Colombia solo puedes llegar en avión o en barco durante horas y horas...
Rodeada de vegetación y bañada por el río Amazonas, las únicas dos carreteras que salen de Leticia son  la que le une a Tabatinga, que es una ciudad a 2 kilómetros de Leticia que pertenece a Brasil y otra que se adentra entre la selva durante 25 kilómetros que une diferentes comunidades indígenas con el pueblo…

En barco puedes ir a Perú , sin que te sellen el pasaporte ni nada por el estilo, solo cruzar y listo y en avioneta de narco, sin gastar casi combustible puedes cruzar los tres países sin ningún problema y si te pones farruco ir hasta Venezuela, sin demasiados controles aéreos o ir a Ecuador volando sobre plantaciones y otras vegetaciones selváticas…

Así que no es de extrañar que en Leticia se celebren el mayor número de peleas de gallos del país…y que posiblemente, lejos de las fronteras con Venezuela, sea uno de los lugares donde más productos ilegales se muevan de un país a otro…

Pues bien, ahí quiso ir mi madre, a ese enclave tan singular…

Tirando de los contactos de mi amiga Patricia (la vasca que organiza todos los viajes de mi grupo) dimos con el contacto de Kike, un español lleno de tatuajes y pircing por toda la cara , que lleva más de 8 años allí y que tiene unas cabañas en el kilómetro 11 de la carretera a ninguna parte que une las comunidades indígenas.

Durante dos semanas, Quique y yo  nos hemos escrito mails, le he contado que mi madre es bastante guerrera, que ella buscaba lo “social”, que yo buscaba animalitos y selva, que queríamos adentrarnos sin comodidades, vivir la experiencia al natural, conocer a la gente de la zona y sentir que estábamos en la tierra…

Así que Quique siguió al pie de la letra las indicaciones y nos adentró en la pequeña comunidad de los Uitotos… Una etnia de indios indios de los de plumas y tetas al aire que con el paso del tiempo y sobre todo con el paso de las grandes empresas extractoras de caucho han visto transformada y diezmada su población y modo de vida.

Nada más aterrizar a la zona, en las cabañas de Quique,  nos estaba esperando Cornelio para llevarnos a su casa con su familia y pasar las siguientes 20 horas como dos uitotas más.

Nos calzamos unas botas de agua que nos tenía preparadas Quique, hicimos mochila para 20 horas y salimos rumbo a la casa de Cornelio 3 horas selva a dentro… Cuando llevábamos 5 minutos de caminata mi madre decidió que se había dado cuenta en ese momento que las botas que le quedaban grandes y tuvimos que volver, pero eso es lo de menos…

Ahí nos fuimos, Cornelio, mi madre y yo selva para dentro…

Cornelio tiene 21 años, trabaja en la huerta comunal de todos los Uitotos y para tener un ingreso extra, y por mantener su cultura uitota viva, recibe en su casa junto con su familia, turistas interesados en conocer sus costumbres.

Cornelio está casada con Ema, originaria de Putumayo (donde los cultivos ilegales de coca y la selva reinan como en Leticia pero unido con FARC porque es frontera con Ecuador que es amiga de los movimientos del pueblo…), y tienen dos niños, Cornelio Junior de 3 años y un bebé de 4 meses que no recuerdo su nombre.

Viven a orillas del río Taganga, en una cabaña que el propio Cornelio construyó ,  lejos de la población principal del km 11, lejos de la maloca principal (la casa de troncos y techos altos donde se toman las decisiones importantes de la comunidad) y lejos de cualquier otra familia a quienes pedirles sal o cualquier otro tipo de ayudita.

Pero en la otra orilla del río, a solo 50 metros, hay otra casa, la del padre de Cornelio, que vive con tres hermanos de Cornelio. Una de catorce que tiene una niñita de dos años que nadie nos supo decir quién era el padre, un hermano de 7, Felipe y Luz que tendría unos 5 años.

Tras una hora y media de caminata, bajo la lluvia tropical, los mosquitos asesinos, viendo mariposas de mil colores, culebrillas… y pasando por caminos, ex cultivos de coca fumigados con glifosato por el gobierno colombiano (y  contaminados de por vida… ) donde se han creado piscinas naturales para la producción de pescado para la comunidad…

Nos subimos a la canoa de Cornelio para navegar durante media hora el río Taganga, a favor de la corriente y atracar en la casa de la familia de Cornelio…
Al llegar, todos los niños, incluida la hermana que tiene un bebé, estaban en casa de Cornelio, según nos dijo Ema, el papá de Cornelio había salido y debían quedarse con ella mientras no estaba…

Mi madre, que es un imán para los niños, a los cinco minutos los tenía a todos alrededor, Cornelio Junior no paraba de hablar (o intentar hacerlo porque decía mil cosas que no entendíamos, mezclando uitoto con español, con lenguaje de niño de tres años), nos contó que él se bañaba en el río Taganga desnudito, que le gustaba comer tamal… mi madre le enseñó a decir 3 años con los dedos y mientras,  a unos dos metros, Felipe y Luz (los hermanos de Cornelio) miraban calladitos con ojos llenos de intriga y tintes de melancolía ,intentando no perderse ninguna de las cosas que mi madre hacía y decía…

La “gringa rubia” sacó un cuaderno y se los llevó a una mesita en medio de su “jardín”,  y empezó a dibujarles a todos mientras explicaba con tono dulce y claro todo lo que iba haciendo… yo empecé a peinar a Luz e intentar quitarle los trozos de comida y ramas que tenía en su pelito negro mientras ella cerraba los ojitos disfrutando, sintiéndose princesa, a la vez que veía como mi madre pintaba un pato, luego un carro, después a cada uno de ellos… hasta que llegó al momento de dibujar a los papás…

Mi madre le preguntó a Luz, que era la que hablaba de los dos hermanos, ya que Felipe decía poco o nada, que dónde estaba su mamá, y Cornelio Junior, tan pizpireto como siempre respondió rápido y seguro “Se largó”

Mi madre y yo, pensando que no habíamos entendido al pequeño, volvimos a preguntar… ¿Cómo?
 Y Luz,  con voz suave y bajita nos respondió “es que ella se fue y no sabemos dónde”… Mi madre y yo nos cruzamos una mirada de “vaya percal”  y rápidamente, sin dejar de peinar a Luz, solté en alto, mami, ¿Por qué no dibujas el río Taganga?

Con mucho ímpetu, la profesora rubia,  comenzó a dibujar agua, peces y todo lo que fuera para no darnos cuenta de que Felipe y Luz nos miraban así,  porque vivían una situación al menos “rara”.
Después de la clase de dibujo nos fuimos con Cornelio a aprender sobre el mambé, la pasta de coca que toman los indígenas para comunicarse con la madre Naturaleza y dimos un paseo por la selva mientras anochecía, cuando volvimos a la casa de Cornelio, Felipe y Luz ya no estaban, tampoco la hermana de Cornelio y su hija pequeñita.

Ema nos contó que el papá de Cornelio estaba ya en su casa y ellos habían tenido que regresar… cenamos, conversamos un rato con Ema y Cornelio y nos fuimos a dormir…

A la mañana siguiente, muy tempranito, tras una hora de remar contra corriente y otra hora de paseo por la selva llegamos de nuevo a las cabañas de Quique, nos despedimos de Cornelio, le dimos las gracias, le dimos un abrazo para toda su familia, nos duchamos y nos fuimos corriendo al barco que nos llevaría navegando 80 kilómetros del Amazonas parando en islas de monos, osos perezosos, flores de loto y otras maravillas selváticas junto con otros turistas... Lejos de nuestros Uitotos…

Cuando pudimos parar, sentadas en el bote, empezamos a especular sobre las posibles miserias que habíamos intuido…

¿Cómo llega una señora de Putumayo a una tribu Uitoto?
 ¿Qué habría pasado para que la madre de los niños se hubiera ido? 
¿Quién era el papá de la hija de la hermana de 14 años de Cornelio?

 Estábamos tan cansadas que no llegamos a ninguna conclusión, tal vez ninguna de las dos quiso hacerlo,  pero al tercer día en la selva,  tendríamos otra actividad Uitota que nos abriría los ojos completamente…

A las 09.00 de la mañana del domingo, (día de la madre en Colombia) quedamos con la señora Sonia, Coordinadora del grupo de Artesanías Uitotas, abuela de 12 nietos y una auténtica luchadora, para que nos enseñara a hacer artesanías del lugar.

Mi madre y yo, que no nos callamos ni debajo del agua, éramos un objetivo fácil para que se nos contaran cosas…

Madre e hija, en día de la madre, madre profesora, regalo de una hija trabajadora para conocer el sitio más bonito del mundo, diferente a nuestras vidas, sensibles, alegres, preguntonas, respetuosas con las costumbres…  

Así que doña Sonia, como buena señora de pueblo, empezó a largar…
Primero nos contó la estructura de la sociedad Uitota…

Todo el pueblo elije a un representante de la ley entre ellos, (este año, por segunda vez había sido elegido su único hijo varón…) además elijen a su propia guardia uitota que se encarga de establecer el orden, y solo en casos muy problemáticos, la guardia, y solamente la guardia, puede llamar a la policía para que intervenga…

Sonia hablaba por los codos,  mientras nos adentrábamos en la selva en búsqueda de los árboles para coger sus palmas para hacer pulseras y bolsos, nos contó mil cotilleos… nosotras escuchábamos , asentíamos y de vez en cuando, pero muy de vez en cuando, opinábamos…

Después empezó con su familia….nos contó que a su hija le dejó su marido por una “peladita” de 14 años hacía ya un par de años... 

A su hija le dejó 9 niños, tres de ellos se “hicieron” aun estando el ex marido con la otra, que venía por la noche y su hija caía y caía….así que hacía unos meses,  Sonia cogió a su hija y la mandó “ligar” en el Hospital de Leticia…

Además ella misma había ido a denunciarle a él, porque aunque no le deseaba daño a nadie, no quería ver sufrir más a sus niños… con un papá así haciendo daño…

Nos contó que mucha gente en el pueblo no se daba cuenta de lo que significaba tener tanto niño, que tenían hijos como locos,  que como no faltaba de comer (ya que la selva provee de todo) , los vecinos no se daban cuenta de la importancia de educarles y llevarles por el buen camino. La tía era una visionaria…

Entre otras confesiones, nos contó que una amiga casi le roba al marido, porque su marido era muy bueno y todas andaban detrás de él, pero que tuvo que ponerse firme con ella, y ahora su marido está tranquilo en su casa con ella, su hija y sus nueve nietos… (Los otros 3 son de otra hija que está felizmente casada).

También nos contó cotilleos de los que nos interesaban…

Todo esto mientras cortaba ramas con un machete de medio metro con una soltura que daba miedo…

Habló de la familia de Cornelio….

Contó que la madre de Felipe y Luz, hacía dos meses “se había desaparecido” con su hija mayor… Tooda la comunidad la buscó por todas partes,  tuvieron que llamar a la policía ( la Nacional) , que encontró a la hija mayor en Leticia y la hizo volver con su papá… pero que ella (la mamá desaparecida) no quiere volver, el papá de Cornelio, “según dicen algunos en la comunidad”, es malo y “a veces la agarraba y la trataba mal…” así que ella ha decidido no volver, y claro ahora los niñitos están algo perdidos, pero que nada se puede hacer que la comunidad decidió…

Total que gracias a Sonia, nos enteramos de todo lo que en algún momento en ese fin de semana queríamos enterarnos…

Terminamos el taller  de artesanías saturadas de tanta información,  de tantas vivencias que procesar…de haber vivido tantas cosas que no éramos capaces de organizar en la cabeza…  de sentir que tal vez el momentito en el que mi madre dibujaba mientras yo peinaba a Luz era el primer momento de atención que Felipe y Luz tuvieron en los últimos días…

Nos despedimos de Sonia, hicimos la mochila y nos fuimos al aeropuerto… allí pudimos hablar de todo, sin riesgos de que nadie nos escuchara, sin mirar detrás de los matojos, alucinadas…
Allí, bajo el aire acondicionado que goteaba encima de nuestras mochilas esperando al Boing 320 de LAN,  concluimos que posiblemente Ema, la del Putumayo, era recolectora de coca y  que su  narco se la habría llevado desde su tierra a los cultivos de Leticia… y allí habría conocido a su Cornelio…



Toda una experiencia…

martes, 5 de mayo de 2015

Caballos, peligros y el Valle del Cocora

Este puente he estado en el Eje Cafetero.

El eje cafetero, como su propio nombre indica, es un área en el departamento del Quindío en el que se concentra la mayor producción  del principal país cafetero del mundo.

La gente del eje, es amable, sonriente y trabajadora, es decir, la gente del Eje es también paisa (como los de Medellín)  y gracias a su carácter y amor a su tierra, han convertido el área en una zona turística sin contaminar, pura y magnífica , que en mi opinión es visita obligada si uno quiere conocer la verdadera Colombia.

El paisaje de la zona es verde, “color Galicia” , con grandes praderas de hierva plagadas de vacas y laderas llenas de plantas de café alternadas por palmeras y plataneros.

Debido a que está situado en la cordillera de los Andes, todo son cuestas arriba, cuestas abajo y carreteras con mil curvas de esas que si te toca un camión delante… Estás vendido…

El viaje lo organizó Patricia, una de las chicas vascas que tiene una beca “Global”.

Ella estudió turismo y aquí trabaja para agencias de viajes haciendo no se qué de una base de datos, así que viajar con ella es una gozada ,ofrece siempre planes alternativos , excursiones pactadas estupendas y experiencias verdaderamente colombianas a precios de risa.

La tía se lo curró mazo y entre otros mil planes, nos concertó una cita con la finca de Don Elías, donde “el hijo pequeño del patrón”, nos contó todo sobre la recolección, preparación y venta del café. Fue genial… Me tomé el primer café de mi vida rodeada de plantas cafeteras…

Pero lo mejor de todo sin duda fue el Valle del Cocora .

El viernes nos despertamos en la ciudad de Armenia y nos dirigimos por carretera al Parque Nacional de los Nevados donde tras una hora de curvas , baches y militares con el pulgar hacia arriba muy sonrientes, nos encontramos con el impresionante Valle.

Al llegar allí, Patricia nos reunió a los 12 que éramos y nos explicó que el objetivo era llegar al fondo del valle donde estaba “La Casa de los Colibrís”, y que podíamos subir o andando o a caballo…

No avisó de lo que tardaría llegar, ni del barro, ni de que el valle no era un valle sino subir varias montañas, bajarlas y volver a subir otras muy empinadas, ni de la humedad ni de los tiempos…

Tampoco avisó que los caballos te llevan pero no te traen… y por supuesto tampoco avisó de lo abrupto del terreno…

Cinco decidieron ir andando y siete decidimos ir a caballo…

Después de regatearle al señor que alquilaba los caballos, cada uno de nosotros esperó a que le asignaran uno… Le pedí al señor que me diera uno tranquilito, porque aunque me encanten los caballos, me dan un miedo terrible… Tan altos, tan tontos, tan amarrados a cuerdas y herraduras y sobre todo tan poco obedientes…

Me dieron a Zorro… Un caballo negro,  con pinta de bonachón, sanote que me miraba con ojos tristones cuando le dejaban sus anteojeras…

Antes de subir, le saludé, me presenté,  le pedí disculpas de antemano por mis kilitos de mas e hice una cosa que yo siempre le vi hacer a mi prima Clara, le di una palmadita en el cuello como quien tiende la mano… el tío se inmutó… Mal royo, no habíamos empezado con buen pie…

El caballo de mi amiga Lucía, Dimitri, comenzó a andar, y sin que yo le hiciera nada, Zorro comenzó a seguirle… No soy experta jinete pero yo sabía que para que cualquier animal se mueva uno tiene que estimularle para ello… Pero Zorro seguía a Dimitri que a su vez seguía a Rocinante sin que yo moviera un dedo…

Zorro debía estar algo malo de la tripa  (teníamos algo en común, mira tu…) porque no paraba de echarse pedos… sobre todo cuando aceleraba el paso, me retumbaba todo el culo de los pedos sonoros que se echaba el muy cerdo…
Anduvimos unos cuarenta minutos entre dos valles preciosos, sorteando piedras, fango y pequeños riachuelitos, arboles, mariposas… todo esto por un caminito bastante estrechito….

A la izquierda piedras a la derecha alambre de espino delimitando una finca privada… Pura naturaleza, los caballos lo verde y nosotros…

Del subidón, me dio por cantarle al caballo, empecé con Marisol, con la de 12 cascabeles , pero a Zorro no pareció gustarle porque siguió peideando y sin hacerme caso, así que intenté la de “Al Zorro zorro zorrito, para grandes y pequeñitos” con voz de hombre de tómbola, en honor a unas fiestas de Mozos Casados y Viudos  de mi pueblo que el de la tómbola nos estuvo martilleando la cabeza durante toda la semana para que compráramos papeletas… (Mi amiga Sara lo imita 1estupendo) , esta frase pareció que le gustó más porque a la quinta vez que tiré de las riendas  mientras le decía la frasecita, se quedó quieto unos segundillos…

Pues bien, cuando llevábamos unos cuarenta, cuarenta y cinco minutos, sin venir a cuento, el caballo de Jorge, Manolo , que iba detrás de Zorro, se picó y decidió que no aguantaba ni un solo pedo más , que estaba harto de tanto “Zorro zorro zorrito para grandes y pequeñitos” … así que se puso a adelantarnos descaradamente por la derecha…
La pierna izquierda de Jorge se chocó con mi derecha, nos hicimos algo de daño, él me miró con cara de póker, me pidió disculpas y siguió para delante…

Sus ojos abiertos como platos y su entrecejo fruncido me hicieron comprender que tanto Jorge como yo estábamos en la misma situación… llevábamos un caballo entre las piernas que no podíamos , ni sabíamos,  dominar….

No sé qué le molestó más a Zorro, si que le adelantaran por la derecha, que hubiéramos tocado los jinetes o mis gritos, pero sin que yo hiciera nada, decidió que por sus santas crines Manolo no pasaba y se puso a correr como un loco...

Fueron 30 segundos en los que toda mi infancia, yendo a buscar a mi  prima Clara al picadero,  pasó por mi mente, intenté acordarme de sus clases o de las tres clases que había recibido en toda mi vida, apreté los muslos con todas mis fuerzas al  caballo empecé a tirar de las riendas para arriba, dije sooo, me cagué en toda la familia de Zorro, se me salió un pie del estribo, volví a meterlo… pero eso no paraba…

En estos treinta segundos de odisea, me rocé con el alambre de espino, choqué de nuevo con Jorge, pasamos a Lucía , se me salió todo de todas partes, me golpeé con una minirama de árbol (sin dolor ninguno) , pegamos un brinco para evitar una piedra, hicimos zigzag para intentar cerrar el paso a nuestro contrincante… pero Manolo seguía a nuestro lado con Jorge encima intentando dominarle…

Creo recordar que en medio de la vorágine, Jorge y yo nos miramos unos tres segundos, horrorizados, en plan despedida sabiendo que se podía avecinar lo peor…

Os juro que por un momento se me pasó por la cabeza saltar del caballo a lo película del oeste, pero no había hueco, el camino medía un metro y medio de ancho y con dos caballos galopando en paralelo era imposible tirarse y rodar como en las películas…
Yo botaba para un lado, el caballo para el otro… todo se movía, hasta que sin saber por qué , Zorro decidió asumir la derrota por un momento y ponerse detrás de Manolo…

A partir de ahí y durante la hora y media siguiente, el divertimento de Zorro fue intentar adelantar a Manolo mientras éste iba cerrándole… acelerón , tirón, frenazo, tropezón, subida, bajada, descontrol… así hasta llegar a la casa de los colibrís…  

Del acojone que llevaba y la tensión que la odisea requería, no disfruté del paisaje casi…

En el acceso de la casa de los colibrís, nos despedimos de los caballos (solo contratamos ida a caballo, tocaba volver andando y menos mal…)  nos hicimos unas fotos y disfrutamos de cientos de colibrís volando a nuestro alrededor, bebimos agua, comentamos la jugada, disfrutamos…

Me temblaban las piernas, los empeines me dolían, pero el paisaje era tan bonito que se me olvidó que mi vida había pasado por delante de mis ojos…

Tras una hora embobados mirando pajaritos, decidimos que era momento de volver al coche…
Nos esperaban tres horas y media de subidas infernales y cuestas abajo (de las que Patricia no nos había avisado) con paisajes dignos de película que hicieron que al día siguiente no me pudiera mover de las agujetas…

Pude disfrutar del entorno del valle, sin caballos ni piques, respirar sin pensar… y en la última cuesta abajo, cuando se abre el valle y puedes ver cientos de palmeras en una inmensa pradera verde chillón me di cuenta… había vuelto a ponerme a cantar… esta vez la canción de Sonrisas y Lágrimas “Ay dentro de miiiiiiii un coraaazooooon soooooooloooo ah ahahahaha!!”