martes, 21 de julio de 2015

Tortugas Guna Yala

Este fin de semana, aprovechando que el lunes 20 era festivo, nos hemos ido a Panamá.
Panamá, es país desde hace muy poquito… y no me digáis porqué pero a mí me ha dado pena… Muy poco cocida su identidad nacional… al menos su capital…

He sentido que no tiene personalidad propia…

Tal vez es complejo de superioridad como europea, o que no me caen bien los Gringos así como sociedad invasora o que me gusta mucho Colombia como país…

Pero Panamá me ha parecido… Pobre de espíritu…

Mi penilla está fundamentada en su corta historia como país…

Panamá fue Colombia hasta 1903, cuando llegaron los americanos y se dieron cuenta de que era una zona muy estrechita y ya que estaban por el caribe, que les vendría bien que fuera suya para cruzar de océano a océano sin gastar demasiado...

Así que armaron a los panameños hasta los dientes, y estos,  que estaban un poco hartos de tantas luchas políticas colombianas centralizadas en Bogotá en un santiamén… pim pan fuera…. se independizaron…  Colombia no se dio ni cuenta, estaban tan enzarzados entre ellos que hasta que Panamá no dijo eso de “Queda inaugurado éste país” no se dieron cuenta que tenían que cuidar a todos los colombianos porque si no se les iban… Una gran pérdida…

Eso si, a cambio de hacerles independientes, los Americanos (que no regalan nada) se quedaban con la parte del canal que iban a hacer (se inauguró en 1914) y unas cuantas bases más en sitios estratégicos mientras los panameños se morían de hambre…

Eso del canal propiedad de USA fue hasta el 74, que por fin les dieron el canal ( o al menos eso firmaron)  , dejándoles el marrón de estar obligados a mantener una obra vieja y cuidarlo sin saber cómo… (Así que en los 90 votan de manera democrática si quieren ampliarlo, sale que si y llaman a los Españoles para que les hagan otro… este otro , debía estar terminado en el 2014 y ya dicen que ni para el 20… Un desastre…)

En Ciudad de Panamá no hay son colombiano, no hay tanta música en las calles, ni tanta bandera patria pero hay más rascacielos que en Dallas y la discoteca mas cool  (con piscina incluida) está en la terraza del 65 piso del hotel de nuestro querido Donald Trump… (Mojitos a 20 dólares) .

Pero como todo país Latinoamericano, hay dos partes diferenciadas y separadas: los ricos y los pobres, que conviven de manera pacífica en algunas zonas y en otras de manera más… salvaje, unos se bañan en la pisci de Trump otros aprovechan las lluvias tropicales para lavarse el pelo...

Dado que Panamá City (como lo llaman los autóctonos) es bastante siesa, decidimos que con un día bastaba, el objetivo de nuestro viaje era ir a las Islas de San Juan.

Las Islas de San Juan es un archipiélago en el mar caribe, en la región Guna Yala, donde sus habitantes, los Gunas Yalas, vigilan, mantienen y gestionan un lugar único conviviendo con turistas de todas partes del mundo.

Según Trip Advisor el archipiélago es el tercer lugar más paradisiaco del mundo, y no es para menos, en época seca debe ser muchísimo más impresionante aun… (a nosotros nos diluvió por la noche y parte de la mañana) .

Los Gunas, que a diferencia de otros pueblos indígenas son más listos que el hambre y nadie se atreve con ellos desde principio de siglo, son bastante organizados.

Cobran por entrar al bosque que te lleva al único muelle (que aunque sea el Muelle de San Blas no es el de la canción de Maná) que conecta con las islas, cobran también por entrar al muelle en sí y luego, también cobran por el paseo, el alojamiento y la comida de todas las islas del archipiélago que solo ellos pueden ofrecer.

Ellos lo controlan todo y deben estar forrados.

Las mujeres cunas visten precioso, de colorines, con cuentas en las piernas, pañuelos de colores , siguiendo la tradición… Ellos, llevan camisetas del Barça, bañadores quicksilver y chanclas havaianas… Su traje típico no atrae tanto a los turistas y ellos lo saben y pasan…

Hablan en dialecto Guna, y los que están cara al público chapurrean español, lo justo para hacerse los locos cuando quieren, y contarte lo que necesitan cuando la ocasión lo requiere…

Pues bien, por 75 dólares americanos (Panamá tiene tan poca personalidad que les da igual que pagues en su moneda, los Balboas, que en dólares) un tal “Alberto”, nos llevaba en su lancha solo a nosotros diez y durante los dos días que íbamos a estar, navegaríamos de isla a isla recorriendo los paisajes paradisiácos. La noche la pasaríamos en isla Aroma.

Cuando llegamos, tras pagar la correspondiente entrada, ahí estaba Alberto esperándonos con su iphone6 con funda impermeable y sumergible en el Muelle.

En nuestro barco había otros 5 gringos y cuando íbamos para la isla Aroma, nos explicó que mejor íbamos a dormir en la Isla Pelícano, que se comía mejor…

Pues si Alberto lo dice, nos lo creemos…

Pelícano es una de las islas más grandes, medirá menos que un campo de futbol, pero suficiente para nosotros…nos pusieron pulserita a lo Punta Cana y nos enseñaron nuestra cabaña…

La cabaña, super auténtica, era como las malocas de Amazonas, de cañas de bambú las paredes, suelo de arena y de palmeras el tejado.

Frente a la puerta, la playa llena de pelícanos, arena blanca y palmeras tumbadas intentando tocar el agua cristalina del mar caribe… Una auténtica maravilla…
Dejamos las mochilas, cogimos crema, cámara, bolsa nevera de poliespan y subimos al bote de Alberto rumbo a Isla Perro, donde había un barco hundido para bucear.

A Alberto se le olvidaron nuestras gafas (que habíamos pagado por alquilar) en tierra firme, pero gracias a las de Patri, nos fuimos turnando para ver peces aguja, nemos, Doris y el barco.

Alberto, que no sabemos realmente si siempre era el mismo barquero, porque todos los cunas se parecen mucho y hacía mucho calor….nos dijo que cuando quisiéramos que cambiábamos de isla.

A la hora y media nos organizamos y cuando fuimos a por Alberto, no estaba…

Le encontramos tomándose unas cervezas detrás de la maloca de los Gunas, nos dijo que los otros 5 que iban con nosotros estaban comiendo y que teníamos que esperar…

 ¡Una mierda!

Si habíamos pagado por ir a nuestro aire, iríamos a nuestro aire… Alberto, o el nuevo pseudoAlberto, se levantó algo enfadado y fue a por el bote…

Cuando estábamos subiendo nos entró el hambre a algunos, y tras una democrática votación decidimos que lo mejor era ir a comer a isla Pelícano y luego seguir de Isla en Isla…

Pero al barquero le dio igual la democracia y cuando arrancó tiró hacia el otro lado hacia “ La Piscinita” estábamos tan encantados que no dijimos nada… ¡Pues a la piscinita!

En la piscinita, que era una zona que cubría poco en medio del mar,  había erizos, estrellas de mar, conchas enormes, así que sacamos unas coca colas y unas cervezas y sentados en el agua estuvimos riéndonos de nuestras cosas viendo avanzar las estrellas de mar por la arena,  hasta que pseudoAlberto decidió que era hora de irnos a comer…

Llegamos a nuestra isla y cada uno pidió un plato de cosas de mar… langostino, marisco rebozado, langosta, pulpo… Dio igual… La señora guna que nos atendió, nos puso langostinos en salsa y punto… Intenté rebatirlo, pero… ¿Qué más daba? A esas alturas de la historia, ya habíamos entendido que los Gunas partían el bacalao…

Así que sin demasiado enfado,  nos comimos lo que nos dieron y estaba muy rico…

Por la tarde siesta, libro, voley playa y baño al atardecer…

A la hora de la cena, en la isla solo quedábamos nosotros diez, una pareja y los gunas…
Moni y yo fuimos a ducha, había muy poca luz, no se veía bien, por el camino de repente… “crrrrrch” pisé algo, aplasté algo, crují algo, ¿Maté algo?… Supuse que era un cangrejo, y seguí tan contenta… Los cangrejos no molan, eso todo el mundo lo sabe…

Pero al volver de la ducha, al cruzarnos  con Pati y Lucía que iban a lo mismo… en el suelo, de repente una, dos, tres …. cientos de mini tortuguitas comenzaron a aparecer de la playa rumbo hacia el otro lado de la isla.

 ¡¡Acababan de nacer!! ¡Tortugas marinas bebés!

Con el ruido del mar por todas partes estaban desorientadas avanzando hacia tierra en vez de hacia el mar… Medían como una galleta maría y no paraban de aletear isla adelante…
Daban brazadas patosas y enormes, desconcertadas, levantando la cabecita para llegar antes al agua y se chocaban con cocos, piedras y demás  que había por el suelo…

Fue un momento mágico… Rodeadas las cuatro de cientos de tortuguitas…

Decidimos no tocarlas para no romper el ciclo de la naturaleza (en ese momento llegó Jorge que se puso muy pesado con eso, así que le hicimos caso) y mientras volvíamos a dejar las toallas y el biquini mojado intentando no pisar a ninguna de las recién nacidas….  me di cuenta de que tal vez y solo tal vez…

El crujido que había notado en el camino a la ducha… no había sido un cangrejo…

Se me encogió el estómago, se me cerró la garganta, llegué incluso a sentir que empezaba a llorar…

No paraba de pensar en las tortuguitas, en esas y en las de Buscando a Nemo, en todas las tortugas de los documentales de la 2 que te recuerdan que están en peligro de extinción,  en Mirta (mi ex tortuga) y hasta pensé en las “Tartatugas Ninja” que veía de pequeña en la tele…

Podía ser una asesina de tortugas… así que cinco minutos más tarde, ante la angustia y el desazón decidí volver con mi linterna supersónica al lugar de los hechos...
Si había matado a una tortuga, tendría que haber restos… Pero al llegar..no encontré nada de nada… ni caparazón ni pinzas ni nada…

No había rastros…

Tampoco de tortugas vivas…

Había sido como un sueño…

En 5 minutos había desaparecido todo…

Volví a la cabaña, callada, sin contarle a nadie que creía que había matado parte del espectáculo natural más bonito que había vivido en mi vida…

Colgué mi biquini, doblé mi ropa sucia,  cerré mi macuto y salí a la playa a escuchar el mar…
A los 20 minutos volvimos a la casa de los Gunas a que nos dieran de cenar, a que nos dieran lo que quisieran, porque entre risas íbamos mentalizados de que comeríamos lo que las señoras Gunas quisieran que comiéramos…

Y al llegar, allí estaban las tortuguitas, todas ellas, metidas en un barreño enorme intentando salir hacia la libertad como locas…

El señor Guna que las custodiaba, posiblemente porque no tenía nada mejor que hacer en ese terruño lleno de cocoteros y arena, nos explicó que las cuidan durante los tres primeros meses para evitar que se las comieran los pulpos.

Que con los turistas y los depredadores del agua, sobreviven pocas, así que la comunidad las cría hasta que miden como la palma de una mano para luego soltarlas al mar… les dan lechuga, trocitos de algas, queso…

Nosotros, pijos europeos, creyendo en el ciclo vital de las tortugas, en el que habíamos visto en la tele, en ese en el que no se les debe ni tocar….

Y ahí nos teníais, entorno a un barreño, escuchando a un hombre que sabe del turismo y del mar lo que no está escrito y que además alimenta a las tortugas con queso y lechuga…

Él orgulloso de su mar y su ecosistema y nosotros mirando embobados un balde de plástico verde lleno de agua de mar con cientos de tortugas marinas enanas agobiadas intentando salir …

A la mañana siguiente, como niños, antes de desayunar fuimos corriendo a ver a nuestras amigas las tortugas, que ya más tranquilas nadaban comiendo lechuga en su casita de PVC…

A mi verlas me dio pena, aunque estuvieran tranquilitas… no sé… pero es verdad que de caribe y tortugas… nunca he sido experta, es el segundo paraíso que conozco y parece que las cosas… se hacen así.


Antes de salir de la isla, mientras subían nuestras maletas volví a despedirme de ellas, parecían felices, comiendo encantadas y nadando un poquito… Me quité los pensamientos negativos de la cabeza (seguro que fué un cangrejo) y me mentalicé pensando que tal vez la próxima vez que las viese, sería dentro de 50 años en un documental. 






lunes, 13 de julio de 2015

La Queimada que me pillé

He pensado muy mucho si escribiros sobre mi última aventura semanal…

Pero tras compartirlo con los protagonistas de la historia y pensar que en ésta vida todo se sabe, he decidido que os puede resultar divertido leer mi última hazaña... No me juzguéis quienes queráis hacerlo ,por favor…

Todo empezó un día , en Tairona (aquel paraíso) cuando Jorge y yo pensamos que no hay nada más bonito que una queimada gallega y les contamos a los demás de que va el rollo de la Quimada….

La madre de Jorge es de Ribadavia,  de Ourense vamos, y en su casa, como en todas las aldeas de Galicia, su familia en verano, hacía queimadas en esas sobremesas que se convierten en cenas y luego en recenas…


Yo las recuerdo de cuando pasábamos los veranos con mis abuelos que el día de San Juan solo había fuego y sensaciones bonitas…

Así que cuando me vine en junio, les prometí que conseguiría aguardiente galego para poder mostrárselo.

En cuanto llegué a tierra patria puse en marcha el “aparato gallego de los chollos” que es mi tía Fer y a las 48 horas tenía en MRW de mi casa, dos botellas de aguardiente de la aldea, ilegales, sin precintar pero muy bien protegidas con papel de bolitas… Mi tía Fer es así, tú le pides algo y la tía lo consigue más barato que tú y de una manera más eficiente que tú… sea lo que sea...Aguardiente, joyas, restaurantes, ofertas… Lo que sea… una crack digna de estudio…

Total, que el viernes, nos fuimos un grupito a la terraza de Leire a cenar y hacer la queimada…

Hacía algo de frío pero como gente del norte, nada que una bufanda y abrigo no salve…

Luz tenue, amigos y risas…planazo asegurado… (solo faltaba la guitarra española…)

Yo, juiciosa, ya que estoy a régimen, me llevé mi cocacola ligth, mi pescadito a la plancha en un tuper y mis pepinillos…

No quería caer en la tentación, y eso que había ginebra buenísima que alguien había traído de San Andrés y unos platanitos fritos riquísimos…

Abrí mis pepinillos y seguimos hablando como si nada…

Alguien se empezó a hacerse un porro… un porro de marihuana colombiana que se diferencia de lo que conocemos en España en que es mucho más fuerte… Será el sol, el son o lo que sea pero eso pega un pelotazo que ni os imagináis…

Debo poneros en contexto… Hace muchos años (digamos que algunos) un día me fumé un porro de marihuana y me dio un amarillo horroroso, pero horroroso… y desde entonces la marihuana ni probarla…

Pues bien, volvamos  a la terraza de Leire…

Ahí estaban todos con sus estupendos gintonics  en vasito de plástico, con clavo, su limoncito, con tónica riquísima y yo con mi cocacola ligth juiciosa…

En el momento que la primera persona fumó, se lo pasó al siguiente, y de ese siguiente a otro amigo y luego otro… y seguimos hablando de lo divertido que habían sido unos conciertos a los que fuimos en mayo, de lo de Grecia, de la diferencia entre Vascos y Cordobeses…

Cuando la tercera persona dijo que quien fumaba,  pensé, oye pues esto no engorda, después de tanto pepinillo, voy a darme un poco, y así al menos pues algo me “emborracho”

… ¡Yo! ….

Cogí el porro y zas! Dos caladas, solo dos caladas… y seguí sentadita en mi banco con mis pepinillos, mis piernitas juntas y mi cocacola ligth.

En ese momento me di cuenta… la había liado…

Sin azúcar en el cuerpo, tensión baja, cansada y con frío…

AMARILLO de nuevo…

Inmediatamente, sin dudarlo, y sabiendo que estaba entre gente de confianza y que me iban a ayudar a pasar esa mala sensación  lo comuniqué

 – Oye chavales… que esto me ha dado malo, por favor que nadie le de importancia y se ponga a rajar de amarillos ,  pero necesito que me traigáis chocolate… -

Si, tras cuatro días de régimen en el que lo más rico había probado era la leche deslactosada con fibra, tras 5 pepinillos, aun sin cenar y antes de que se pidieran las pizzas a Dominos… Estaba suplicando chocolate…

Lo necesitaba físicamente azúcar, rico, comida y algo para que me bajara el mareillo que me estaba dando… y si,  la manera tan macarra de decirlo, fue la única que me salió en ese momento desde dentro...

Los 5 que estaban se pusieron en marcha…

Leire se bajó a buscar chocolatinas Jet (insípidas, nada que ver con nuestros chocolates...) , Patri me cambió la silla (la suya tenía respaldo) , Laura me quitó la bufanda, Jorge me vigilaba callado con mirada de padre preocupado y Victor, el andaluz, que estaba sentado frente a mí,  empezó a contarme historias de risas de sus colegas de Córdoba…


Los 4 minutos que tardó Leire en traer chocolate de la cocina se hicieron eternos… Mirando a la puerta de la terraza, yo solo pensaba en dos cosas, que la ocasión única de hacer una queimada se estaba yendo al garete por mi culpa, por tonta y que necesitaba dulce rápidamente…

Le pedí a Victor que me echara una coca-cola, sin ligth y sin nada, con gas y azuquitar para alegrarme la vida antes del chocolate….

Cogió un vaso de encima de la mesa y me sirvió hasta arriba un frío refresquito con azúcar…
Ea, poh ya thá, bebe niña…

Me lo bebí  de un trago, sabía raro, sería la coca-cola marca Carulla que es más barata… se lo dije a Victor pero no me hizo ni caso…

De repente de la puerta de la terraza salió Leire victoriosa llena de productos dulces y aun jadeando, tras subir los escalones de dos en dos,  me dio la primera chocolatina… Con los dedos temblorosos la abrí rápidamente para sentir ese dulcecito en la boca…

Con lo malo que está el chocolate Jet, me supo a bombón redondo de lindt de esos que deshacen en la boca.

Estaba mejor, pero aún se me iba un poco la cabeza… y para más inri…seguía enfadada conmigo misma por haber fumado en esas condiciones, por haber puesto en peligro nuestra noche de queimada y lo más importante, por haber violado mi régimen con lo máximo… el chocolate…

Fue en ese momento, cuando Leire se sentó y dijo… Me estaba poniendo un gin, ¿alguien ha visto el vaso que estaba aquí llenito de rico Hedrich?

Por no llorar nos dio la risa idiota a todos...
 El vaso lleno de gin era el que yo me había bajado con coca-cola , Victor en la oscuridad no se había dado cuenta y llenó la otra mitad de ése vaso de coca-cola …

¡Pues vaya confianza ciega tenía yo en el auditorio!

¡Me había bajado un gin cocacola de trago!

Jajajaja

No sabía si reír o llorar, chocolate, copazo y dos caladas de un porro…. Lamentable , mejor reír… Cual niñata…

No pude parar durante 4 minutos largos…

 ¡Qué patético!

Pasado esto, estuve un ratillo yo sola, sentada en la única silla con respaldo de la terraza, luchando conmigo misma y mi tembleque, ausente, bajo la atenta mirada de todos , que mientras hablaban, me sonreían y controlaban…

Pensando en la situación, en la patética situación… hasta que el azúcar, el aire puro y las risas de amigos me hicieron sentir mucho mejor…

Al fin y al cabo no había fumado más que un fumador pasivo en una reunión de dos horas en una casa de fumadores…  Una floja vamos…

Llegaron las pizzas y claro, ante tener que bajar las empinadas escaleras,  tener que meter en el micro el pescado y ponerme a llamar aún más la atención, me puse a comer estupenda pizza 3 quesos y tocineta… ¡A la mierda el esfuerzo de toda la semana!

Me puse como el quico… me di cuenta de que ya me encontraba bien en la tercera porción de pizza y siguiendo mi deber como ciudadana, volví a dar el parte de mi situación…

-Ey mucho mejor ¿eh?

Tras 15 minutos de digestión de pizza, le volví a cambiar el sitio a Patri… y fue entonces cuando se empezaron a reír de mi de verdad, de lo patético que había sido todo, del copazo que me había bebido afirmando que sabía raro, de la risa floja que nos había dado a todos, de la media pizza que me había comido y sobre todo, de los pepinillos y el pescado a la plancha…

El momento queimada estaba salvado, podíamos empezar todos en nuestras mejores condiciones…

Victor y Jorge bajaron a cortar limón, peras y manzanas, y a los 10 minutos estábamos todos escuchando “O Conxuro” embobados mirando ese precioso fuego azul, mientras Jorge lo iba moviendo con una sartén pequeñita de Tefal…

Brindamos con nuestros vasitos por “la tía chollista de Patiño” y por la cultura celta, un verdadero planazo.

Tras mi chupito de rigor, volví a la coca-cola, no era plan de darle más meneo a mi cuerpo por ahora…


Una noche para recordar… llena de moralejas, amistad y compañerismo que  terminó  a las 2 de la mañana bailando  y cantando canciones de reguetón malísimo con acento gallego…  enroscados en mantas, bufandas  y risas.  

domingo, 5 de julio de 2015

Equipajes y reclamaciones

Debo confesaros algo… soy la versión de “Paco Martinez Soria en la ciudad no es para mí” cuando de aviones se trata…


Me bloquean tres cosas y por más que lo intente, siempre tengo esa sensación de tierra trágame o déjame ir al baño….
Facturar las maletas, despegar y la recoger las maletas…

Sé que es muy fácil evitar la primera crisis, que solo hay que comprar un “pesa maletas” y ya, pero yo, aunque me pese con ellas en la báscula de casa, me muero de nervios cada vez que tengo que subir una maleta al mostrador de facturación y que pese más de 23 kilos justos.

No puedo evitar llenar las maletas hasta los topes y cuando llego delante del hombre de la compañía de turno… Me muero…Espero a que se estabilice la balanza y cuando veo (como ésta vez) que mis maletas pesan 22.8 y 22.6 me relajo y respiro hondo y entro a la acción de intentar echarle cara… (Siempre pregunto si quieren subirme a primera, o si pueden ponerme sola para ir mas cómoda, aunque vaya a Santiago de Compostela, a mi me gusta sentirme como Letizia Ortiz en cualquier sitio, así que por si cuela yo siempre lo pregunto…)

Pasado éste retortijón y ya dentro del aparato, me expongo al segundo: al momento en el que el avión está despegando y va tan rápido tan rápido que sé que ya no va a poder parar si lo necesita y siento que el aparato no sube (Creo que una vez mi primo que es piloto me dijo que esa velocidad era algo como R2 y R3…) … Lo paso verdaderamente mal, me imagino al piloto del avión a lo “aterriza como puedas” con el joystick luchando por levantarlo y que de tanta fuerza se le queda en la mano, o que se nos va a cruzar un pájaro o algo peor… Una vez veo la planta de aguas fecales pegadita a Barajas,  donde trabaja mi amigo Marcos, por la ventanilla,   ya me relajo y hasta en los mejores casos, me duermo…


Aterrizar ya me da un poco igual… Debe ser fácil… (supongo)

Y el último retortijón, el que más dura… es esperando a que salgan mis maletas por la cinta transportadora… esperar a que salgan intactas  y no se hayan perdido o me las hayan roto…

No hay sensación más placentera que la de ver acercarse tu maleta como si fuera un plato de shushi en un chino barato de cinta… brillante, perfecta, intacta, cerrada, tuya…. Es lo máximo…

Pues bien, este vuelo ha sido diferente… Por primera vez me he enfrentado yo sola a un vuelo transoceánico sin el back up de que si me pesan las maletas alguien se pueda quedar con algo de dentro de las mismas…

Llegué sola al aeropuerto muy  prontito (05.45 am)  y en la misma cola de facturación me encontré con los padres de mi amigo Jon que venían 15 días de visita a Bogotá  y estuvimos de charleta (me ayudó a relajarme un poco…) hablando de lo afortunados que somos de tener una colonia española tan divertida…
Facturaron ellos, nos despedimos y llegó mi turno…

Tuve suerte, a pesar de llevar 900 gramos de jamón, dos paquetes de chorizo, 2 de lomo, dos de salchichón, 2 botellas de aguardiente para hacer queimada, 2 botellas de vino blanco, 6 botes de tomate frito Orlando, 3 de pipas, 2 de chuches, taquitos de jamín, un móvil BQ, unos cuadernos guarda oraciones (hasta aquí todo encargos) y todo mi armario dentro,  mis maletas pesaron lo reglamentario…

Como no había dormido nada, nada más subir al avión y por segunda vez en mi vida, me dormí y me desperté en el aire, me ahorré una crisis…

Pero el problema fue al llegar a Bogotá… Esperé a los padres de Jon en la puerta del avión para hacer todo el proceso de papeleo y maletas con ellos, por ayudarles.

Vitoria no tiene mucho que ver con Bogotá así que pensé que alguien amigo que pudiera echar una mano , era lo mínimo que podía hacer por los padres de un amigo.

Esperamos la cola de inmigración juntos, les dejé mi teléfono para que llamaran a Jon para avisarle que ya estábamos (me acabaron el saldo) y nos acercamos a la cinta de las maletas…

Pronto aparecieron las suyas, samsonites con un pañuelo muy femenino atado para diferenciarlas… Su madre (que en ningún momento he sabido cómo se llama ya que se presentó diciendo que era la madre de Jon Ander…) me contó que una de sus tres maletas era todo de su hijo, que le había encargado jamón, chorizo, pipas… (toooma!! Ración doble para todo el mes…) y mientras hablaba yo pensaba…”las mías nada, que no salen…”

Como llevaban sin ver a su hijo siete meses, les dije que no me esperaran, que salieran que yo tenía al conductor esperando… Después de insistir un poco decidieron dejarme allí, frente a la cinta transportadora…

Una vez sola, mi maleta morada salió a los 3 minutos, tan brillante, tan bonita, tan mía… La ración de chorizo ya estaba en mis manos… Pero la azul de Carrefour… No salía…

Empecé a ponerme en lo peor, hice memoria para saber dónde estaban las braguitas, el abrigo para ir a trabajar, el bañador… ¡Todo estaba en la maleta que faltaba!
Continué resoplando, balanceándome sobre una pierna para estirar las rodillas y sacar ansiedad, me moví hasta la boca de donde sale mi maleta, la esperé... me conecté al wifi del aeropuerto…

Fue en ese momento cuando apareció , tan azul, tan resultona a pesar de lo barata que había sido, con su etiquetita de colores, tan cuqui, tan…

¡¡¡¡ROTA!!!!!!

Le faltaba un trozo enorme, toda una esquina que debió desaparecer cuando se llevaron la rueda izquierda, se veía el forro interior que estaba a punto de romperse y desperdigar litros y litros de alcohol casero ourensano y tomate frito orlando…
En ese momento y gracias al wifi gratis del aeropuerto de Bogotá, Jon me escribió que me esperaba que su madre se había empeñado en que no me quedara sola… le avisé se me había roto la maleta y que mi conductor, Jackson (el del coche blindado verde) me estaba esperando que ya me había escrito varios whatsapps diciéndome que andaba ya por ahí... que por favor que se fueran…

Tras 11 horas de vuelo, dos crisis aeronáuticas, un sentimiento de miserabilidad total y 22.9 kilos sin ruedas …me dirigí arrastrándome hasta el mostrador de AVIANCA…

Allí me tuvieron 20 minutos esperando hasta que me atendieron (a todo esto mi Jackson no paraba de preguntar cuanto me quedaba…) le pedí al señor de Avianca  que me dejara sentarme en la silla de su compañero, dentro del mostrador, entré ,  me senté a su lado y una vez allí, el señor evaluó el destrozo…

Debía ser que era poco evidente lo inútil que se había quedado mi equipaje, que tuvimos que esperar otros 10 minutos a que viniera su encargado para que valorara que en efecto, mi maleta azul , tenía un boquete de unos 20 cm por el  la asomaba la ropa y que además no tenía una rueda, es decir, era una maleta inservible…
Fue en ese momento, 40 minutos después de que llegara al mostrador,  cuando me dejó rellenar el interminable documento de reclamación para que me pagaran una maleta nueva.

Jackson me volvió a escribir para decirme que debía irse, que en 15 minutos llegaba su hijo para llevarme al hotel, que iba en su Renault verde y que me esperaba donde siempre….

Rellené las tres hojas; marca de la maleta Carrefour, color, material, motivo de mi viaje, dirección en España, dirección en Colombia, número de pasaporte, persona de contacto en caso de emergencia (¿?), número de reserva de vuelo, número de tiket de vuelo, número de pasajero frecuente,  número de vuelo, número de equipaje… Os juro que yo no sabía que en una tarjeta de embarque había tantos datos hasta el jueves pasado…. Les faltó preguntarme número de pie y color favorito…
Yo, concentrada, cansada y renegada lo escribí todo con letra clara (para evitar problemas)  y se lo di al señorito…

Cuando se lo entregué , sacó otro documento, este ya de color verde y copió todo lo que yo había puesto en ese papel muy concentrado… (otros 15 minutos de espera)…levantó la cabeza y me dijo con tono funcionarial… “¿Valor de la maleta? “ , tonta de mi y fruto del cansancio le dije, que pusiera que había costado unos 60 euros… (cifra que tuve que convertir a dólares porque no admiten cantidades en euros..) me dio una copia del documento sobre mi vida y me dijo, ahora debe usted subir al mostrador de Avianca en la planta dos, rellenar una instancia y reclamarles a ellos los 67 dólares con este papel…

Casi me pongo a llorar ahí mismo… Quería irme a dormir, estaba cansada, llevaba una hora ahí sentada, más las 11 de vuelo y me negaba a esperar más y seguir siendo partícipe de la burocracia colombiana…

Me dijo que si lo prefería,  podría venir otro día y sin pensarlo dos veces cogí mi papel y me largué como pude de allí…

Al salir a la terminal, arrastrando mi maleta, empujando la otra y cargando mi macuto, mi ordenador y mi bolso, en medio de pancartas de hoteles, de ramos de flores y niños pequeños encontrándose con sus familiares, estaban Jon y sus padres esperándome , “Mi ama que no quería dejarte sola” me dijo Jon mientras me quitaba las maletas de las manos… Les pedí que se marcharan, que mi conductor no debía estar muy lejos…

El padre de Jon y Jon me cargaron las maletas hasta la esquinita donde suelo esperar a Jackson y preocupados me dejaron allí…

Sin saldo, sin pesos colombianos y sin wifi porque estaba fuera del aeropuerto…

Pero yo no fui consciente de la incomunicación hasta que no pasaron 40 minutos y el hijo de Jackson no había dado señales…

Habían pasado 3 horas y media desde que me había bajado del avión y aún estaba ahí sentada encima de mi maleta azul, cansadísima, con ganas de llorar y frío, otra vez en el maldito frío…

A los 50 minutos reaccioné, estaba en el país en el “que sí que sí y luego no”, el hijo de Jackson no iba a venir… Tenía que ponerme en marcha…

A lo lejos, divisé un carrito vacío que alguien que había pagado por él, había abandonado tras cargar sus maletas en su coche… Salí corriendo a por él cometiendo la imprudencia de dejar mis maletas solas, lo cogí, volví corriendo , cargué todo y me fui de nuevo para dentro a cambiar los 50 euros que llevaba en la cartera en la casa de cambio del segundo piso del aeropuerto…

Me dieron un cambio de mierda pero no me importó, bajé de nuevo, esperé 20 minutos la cola del taxi, me subí y dije las palabras mágicas “sesenta y ocho con cuarta, Nico apartasuits por favor”, no hablé con el taxista ni una palabra, tenía tanta rabia y cansancio que me limité a ver cómo llovía por la ventana...

Cuando estábamos cerca, en medio del atasco habitual de la 63, escuchamos un ruido muy fuerte, algo como un trueno, pero de lo cansada que estaba ni me di cuenta de lo que era…

Cuando el Taxi paró en la puerta del Nico, despejó de repente, y en la acera soleada,  sonrientes, estaban Farhin  y Joana esperándome, en la puerta de mi pseudohogar colombiano, tan amables y serviciales como siempre… “ Señora Cristina le hemos echado de menos” me dijo Joana mientras me abrazaba…

Se me empezaron a caer de los ojos, dos lagrimones silenciosos, de esos que no avisan y son imposibles de controlar… Joana debió flipar, pero yo estaba tan cansada y tan enfadada que al llegar a una cara amiga, me derrumbé…
Farhin me subió las maletas, me dijo que no tirara la rota, que a él le servía seguro y cuando se despedía, sonriendo me dijo, “¿Sabe? , nos encanta que de nuevo esté aquí, aunque vuelva a estar sin su esposo y eso le apene…”

Le di las gracias y cuando cerró la puerta, me conecté al wifi del hotel y me di cuenta de que tenía 7 llamadas perdidas de whatsapp de esas que solo llegan si tienes datos del hijo de Jackson, un watsap de Jon preocupado porque no le había avisado de que había llegado a casa y un whatsap de Pablo que me decía “ Me voy a dormir ya, animo pequeñita”.

A la media hora llegaron Patri y Jorge con unas cervezas, una cocacola ligth y pan bimbo… Se rieron de mi historia y de mi… volvía a estar por aquí, viviendo una oportunidad laboral inigualable, con mis dos maletas llenas, 900 gramos de jamón y 2 botellas para hacer queimada… ¿Cuál era el problema?

Entre risas y anécdotas, nos acabamos un paquete de salchichón y medio de jamón… 
En cuanto salieron por la puerta me tumbé en la cama con una sensación rara en el estómago, sabiendo que de nuevo tocaba luchar y reclamarlo todo, que de nuevo estaba en Bogotá…