Este fin de semana no he ido a ningún sitio.
Este fin de semana he sido una bogotana más, con la diferencia del acento y que albergaba en mi casa a mi segunda visita oficial, a un amigo de Caminos que está haciendo un túnel en Medellín y que venía con todos los de su oficina a disfrutar de la capital colombiana.
Cuando no viene de visita dos días a Bogotá y es fin de semana, el frío y los atascos solo te permiten hacer tres cosas: Un poquito de turismo, salir por la noche e ir a restaurantes.
Y eso es lo que hacen no solo los visitantes, sino todos los colombianos que no se quedan en sus casas los lluviosos y otoñales sábados y domingos de Bogotá.
Bogotá es la cuna de los buenos restaurantes (entiéndase por buenos, mejores que los de otras ciudades de Colombia, pero no buenos como en España) y tiene una oferta enorme de sitios donde salir por la noche de miércoles a domingo.
Porque el colombiano, siempre lo digo, es una persona que sabe cómo divertirse y le encaaanta la fiesta.
Las discotecas, como os podéis imaginar, son una representación de los estratos…
Hay discotecas para bajos estratos (a las que los extranjeros no se nos ocurre ir por lo general), para estratos normales (que suelen estar en el centro histórico y hay que andarse con ojo a la salida para salir de la zona de manera efectiva), estratos altísimos (con servicio de taxis propios y seguros) y para estratosféricos…
Pues bien, entre las estratosféricas hay un restaurante- rumbeadero famoso en el mundo entero (y rima) que es el Andrés Carne de Res.
He ido cuatro veces y las cuatro he salido alucinando de lo divertido que es .Éste fin de semana, con Cuco en casa, era visita obligada.
Andrés Carne de Res, es un restaurante situado en Chía (que es como las Rozas de Madrid) con capacidad de hasta tres mil comensales diarios (en fines de semana suele estar completamente lleno), seis mil metros cuadrados de extensión (55.000 si se tiene en cuanta el área de parking y servicios auxiliares), 120 empleados en cocina (800 empleados en total) y todos ellos guapos, modernos y bilingües.
Como todos los buenos negocios de Colombia, Andrés (el dueño) es paisa, y desde 1982 no para de hacer dinero y más dinero gracias a la experiencia que ofrece en su restaurante basada en comer carne de vaca excelente, beber muuucho ron y cerveza y poner la mejor música para bailar de todo Colombia.
El Andrés es un paraíso de lo absurdo y el color.
En la puerta hay cientos de vacas de cartón piedra patrocinadas por diferentes marcas iluminadas con luces de neón que te dan la bienvenida y te conducen a una rulot (las taquillas) hecha de tapas de sartén de metal, en la que (a un lado) una pareja disfrazada de mejicanos te ofrece fresas, limas, moras y tequila mientras cantan desafinando rancheras y se parten de risa con su propio ridículo.
Una vez pagas, entras en un pasillo, en el que suele haber tres chicas guapísimas y un par de señores bajitos (enanos) bajo un cartel que reza algo así como “Bienvenido a Andrés Carne De Res, donde sabe como entra pero nunca cómo va a salir” que te acomodan en tu mesa siempre con una sonrisa e incluso bailando.
Para ir al Andrés obligatorio reservar, porque se llena de extranjeros y personas que lo único que quieren es disfrutar… El sábado pasado éramos 2.600 personas disfrutando de tan diferente lugar…
La decoración (toda hecha a mano por Andrés y su familia) es completamente surrealista haciendo guiños a iconos colombianos… piernas de maniquí colgadas del techo, lámparas de araña en las que las bombillas están metidas en vasos de batidora de los colores de la bandera, corazones, mariposas, Divinos Niños con la Cara de Andrés, Santas Martas con cara de Madonna, banderas de Colombia hechas de chapas de cervezas, carteles que se encienden en diferentes tonos cálidos con mensajes como “Aquí no hay wifi hablen entre ustedes” , “Si te perdiste puedes quedar aquí pero en la pista de baile podrás encontrar más amigos”, “Sitio casi lleno con dificultad para amar y bailar, usted decide si quiere entrar” “No fume, mejor ame”…
Las mesas de madera maciza, con un corazón iluminado encima en el que se lee el nombre de cada una, para que la vuelvas a encontrar en caso de pérdida y poco más.
Nada especial en las sillas o los platos… Pero en cuestión de minutos, una vez te han tomado nota dos chicos de rastas guapísimos, la mesa se llena de parrillas para hacer carne a la brasa y de bebidas.
Eso también, a Andrés no se va solo a cenar, se va a beber cualquier cosa que por supuesto será King size (recordemos que el colombiano es disfrutón y le gusta comer y beber hasta reventar), así que si se te ocurre pedir un mojito (por ejemplo), el contenido de tu vaso (que suele ser un coco enorme pintado de colorines) rondará el medio litro de contenido…
En Andrés no hay drogas, ni borrachos tirados por las esquinas, ni siquiera cristales en el suelo y mucho menos broncas ya que hay taaanta gente vigilando y cuidando de que lo pases bien que se encargan de controlarlo todo.
Todos llevan su nombre bordado con el distintivo de Movistar en sus delantales o vaqueros y están obligados a atender con alegría, rapidez y buen rollito…
Mientras cenas, de mesa en mesa, un grupo de músicos disfrazados se acerca a tu mesa, charla contigo y mientras le ponen una banda (a lo Miss) con la bandera de Colombia a cada uno de los comensales, te tiran confeti con forma de estrella o mariposa y te tocan una canción cortita y alegre a trompeta y maracas…
Cuando terminas de cenar, sin saber cómo, estás encima de tu silla bailando, o pegando botes en una de las 5 pistas de baile o vaya usted a saber, el caso es que al terminar de comer, no sin antes haber pagado tu parte del menú que es un ojo de la cara, estás feliz bailando al son del ritmo sabrosón…
En ese momento, cuando ya estás metido en ambiente y algo más pobre, llegan fotógrafos que te hacen una foto con todo tu grupito (en la que sorprendentemente siempre sales guapísimo) y te la venden en ese momento, porque es preciosa, y te lo estás pasando tan bien que en ese instante crees que sería horrible que esa noche no pasara a la posteridad en una foto en la nevera de tu casa.
En Andrés todo se paga sin darte cuenta…
Con tu foto en el ropero (que también has pagado a precio Madrileño) y tu precioso collar para que no pierdas tu ficha del ropero colgado al cuello junto con tu banda de bandera de colombia, en un ladito de una de las pistas de baile, hay una señora que pinta la cara, como en los cumples de los niños pero para mayores.
La señora (también simpatiquísima) no cobra, solo pide “la voluntad” por pintarte la cara con dulzura y pincel… Creerme que cuando me vi el sábado pintada de gata, taaan guapa, tan gata y tan divertida .
¡Tuve una voluntad enorme!
A las 03.00 (sin darte cuenta de que llegas a esa hora) Andrés cierra. Poco a poco va echando a todo el mundo a la acera de enfrente de la calle donde hay puestos de caldito de pollo, agua, cocacolas frías, perritos calientes y hamburguesas, también “marca” Andrés Carne de Res.
Allí, tras los baños limpios y sin colas del parking perfectamente iluminado y señalizado, se espera a los coches y las vans que llevan a cientos de personas hacia Bogotá.
Pero quien ha bebido, tiene la posibilidad de contratar el servicio de “Conductor Elegido o Ángel de la Noche”.
El “Ángel de la noche”, es para mí el mejor servicio de Andrés y por lo que me quito el sombrero ante el señor Andrés Jaramillo (dueño y fundador) y su manera de estar en todo.
En esa “placita de comidas” , quien lo requiera ( y también a quien se lo sugieren los cientos de camareros, seguratas y demás trabajadores de Andrés), se encontrará con un hombre (hay 400 conductores elegidos) al que le dará las llaves de su coche y le llevará hasta la puerta de su casa y le aparcará su coche.
Al conductor elegido, una vez deje a sus pasajeros en casa, le recogerá un minibús del propio Andrés que le devolverá a Chía para hacer más servicios.
¡¡Una verdadera gozada!!
Total, que el sábado Cuco, sus compañeros del trabajo y yo fuimos a Andrés.
Decidí beberme solo un mojito, no quería emborracharme así porque si, quería ver el Andrés para podéroslo contar con pelos y señales y os digo que sin mucho alcohol Andrés, sigue molando igual o más que borracho perdido… Tiene una magia que envuelve y hace que disfrutes como una enana!
Llegamos a las 05.00 am, con la cara pintada de gatos y otros felinos y cantando canciones de reguetón mientras el Angel de la
Noche nos dejaba en la puerta de mi casa y esperaba a que entráramos en el portal.
El domingo fue día de agujetas en las piernas de tanto bailar y en la cara de tanto reír.
Tuvimos que salir a cenar, a un gallego, tortillita de betanzos, empanada de atún y salpicón. Como debe ser!!!